Cambio de mar
Vi a un sacerdote en batán negro venir a nuestra playa dorada,
y me estaba dando dolor de espalda, temerosa de que eligiera predicar
y reprenderme por mi único atuendo, un hilo dental y un corpiño.
Y entonces lo vi quitarse y doblar tímidamente su oscura sotana,
y una por una se quitó sus ropas hasta que como cualquier hombre
se paró en malla, una visión para estremecer con deleite a una doncella.
Porque estaba formado y tenía la figura de Apolo Belvedere,
sentí que mi corazón golpeaba como un címbal bajo mi brassière.
Y entonces se lanzó y rompió la espuma, y desapareció con una echada deslumbrante.
Nos encontramos. Fue en el fragor de las olas.
Oh, cómo cantamos con alegría, pero no un himno,
una feliz canción con gusto a muchacho.
Miré y ¡sí!, el sacerdote se había ido y en su lugar un fauno sonriente…
Hoy he hecho la confesión. El rostro del Padre estaba duro,
y me agradaba de que en la sombra no pudiera distinguirme…
Me dio la gracia pero ¡oh, la bendición, la marina pasión de su beso!
traducción: Hugo Müller