Pequeños mocasines
¡Salgan, oh, pequeños mocasines, y retocen en la nieve!
¡Salgan, oh, pequeños pies con tobillera, y centelleen en la luz!
tocaré la vieja danza del Río Rojo que ustedes amaban tanto:
¡Despierten, oh, pequeños mocasines, y bailen para mí esta noche!
Su cabello era todo de oro brillante, sus ojos de un azul de flor de maíz,
sus mejillas eran rosadas como conchas entintadas, caminaste ligero como un cervatillo,
su boca era como un capullo de coral, con semillas de perlas asomadas en su interior,
eras tan regocijante como la Primavera, tan radiante como el amanecer.
¡Salgan, oh, pequeños mocasines! Tocaré tan suave y bajo las canciones que ustedes aman,
las viejas canciones del corazón que suenan en mi memoria,
¡Oh, niña, quiero escuchar ahora junto al brillo del fuego del campamento!,
canta con todo tu corazón palpitante en simples palabras.
Porque sólo éramos tú y yo, y tú eras todo para mi,
y a nuestro alrededor estaban las tierras estériles pero poco temíamos,
de toda la felicidad de Dios, eramos los más felices…
(¡Oh, llámala, pobre viejo violín mío, ¡y quizás ella escuche!)
Tu madre era una mestiza, pero tú eras toda blanca y yo, tu padre era-,
pero bueno, no está ni aquí ni allí, sólo sé, mi pequeña Reina, que todo mi mundo eras tú,
y ahora que el mundo puede terminar esta noche, y a mí jamás me importará.
Porque hay una diminuta cruz de madera que nos punza a través de la nie3ve:
(¡Pobres pequeños mocasines, están cansados, y así yacen en descanso.)
Y allí hay un hombre canoso, un hombre cansado junto al brillo de la hoguera:
(¡Oh, mi violín! Las lágrimas está noche están batiendo sobre tu pecho.)
traducción: Hugo Müller