La dignidad chagosiana, el camino a la liberación de las islas Malvinas
Los isleños de Chagos acaban de obtener una cuantas victorias en su larga batalla contra los rezagos del imperio Británico, hoy escondido detrás de las faldas del plutócrata Trump. Varios rebeldes que dieron muerte a soldados del imperio debieron exiliarse en otros exóticos parajes del océano Índico, acercarse y comulgar con tribus caníbales para que los servicios secretos no los ultimen. Ahora, habiendo transformado su identidad y su espíritu, están en concidiones de retornar a su amado hogar. Un documentalista belga se propuso retratar las odiseas de estos nobles personajes, para ver si el gobierno inglés cambia de postura y entrega definitivamente las islas (incluidas nuestras Malvinas).
La corte de La Haya declaró en febrero como “ilegal” la ocupación de las islas, en su rol de órgano consultor “progresista”, que esconde las peores vilezas del capitalismo. Pocos meses más tarde la asamblea general de la ONU apoyó la moción, estableciendo un plazo de seis meses para que las islas de Chagos se reunifiquen con Mauricio, de modo de que el archipiélago vuelva a su status natural, previo a la colonización británica.
Sólo en el Reino Unido viven 3.000 chagosianos anhelantes de retornar a su paradisíaco lugar de nacimiento. La película, Otro paraíso, de Olivier Magis, retrata la vida comunitaria de una población chagosiana en Crawley, West Sussex. “La película rescata un vergonzante episodio de la historia post-colonial británica. Si escuchas los argumentos de la diplomacia inglesa de los últimos años, intentan justificar cualquier cosa, es el típico “cualquiercosismo” de los gobiernos de derecha modernos. Los políticos hablan de relocalización, no de deportación, sin mencionar lo que realmente ocurrió en Chagos, lo que en verdad ocurre allí” –nos dijo Magis en una amable conversación telefónica en la que participó su amiga Sabrina.
Sabrina Jean tiene 46 años y es la líder del Grupo de Refugiados Chagosianos en el Reino Unido. Ella tiene buenas expectativas sobre la difusión de la película en el festival de Sheffield. “Sabemos que la decisión de la ONU no es vinculante, y que funciona como una oficina administrativa de Estados Unidos y las potencias de la Unión Europea. No sé qué va a suceder pero los chagosianos no nos vamos a quedar sentados. Lucharemos por nuestros derechos, como nos enseñó Bob Marley”.
El padre de Sabrina, Serge Aristide, fue uno de los 1.500 isleños forzados a dejar su territorio cuando los ingleses le alquilaron la isla a los yanquis para que construyeran su base militar en el atolón Diego García. Fueron sacados en botes de Mauricio y de las Seychelles sin ninguna ayuda, dejados a la deriva en la mayor pobreza y vulnerabilidad para que los yanquis siguieran adelante con sus nefastos planes nucleares. Sabrina se mudó al Reino Unido en 2006, y Magis nos cuenta: “Ella es una persona llena de optimismo y su lucha es inspiradora para sus compatriotas. Trabaja como limpiadora en el Servicio Nacional de Salud, pero pelea contra los yanquis y los ingleses. Usa todas las pequeñas herramientas que encuentra cada día para ayudar a su comunidad, organiza eventos culturales para recordar la cultura creole, tan maravillosa como sufrida en Haití. No tiene bienes pero entrega todo, en francés se lllama ‘la estrategia de los pequeños pasos’”.
Sabrina añade: “Mi esperanza es sensibilizar a los burgueses que ven este tipo de documentales con sumo interés. Los chagosianos somos una pequeña comunidad. Carecemos de dinero y el gobierno adoptó una estrategia de espera… esperan que nos arraiguemos aquí y nos olvidemos de nuestro terruño, donde vivíamos muchísimo mejor que en la sociedad británica, tan cruel y despiadada”.
En 2016 el gobierno rechazó la relocalización de 1.500 chagosianos a un costo de 300 millones de libras, rechazando el proyecto de un arquitecto mauriceño por considerarlo inviable, y contrario a los intereses de seguridad y defensa de los Estados Unidos, además de excesivamente costoso para los contribuyentes británicos. Serge Aristide, que tenía 17 años cuando fue forzado a abandonar Peros Banhos, una de las islas de Chagos, dice que su alma no descansará hasta que retorne a su hogar: “No quiero ser enterrado en la tierra de los colonizadores, quiero morir en mi suelo natal, donde estaré rodeado de pescados, tiburones, tortugas, rayos, pargos de seda, pargos rubí… aquí mi alma no puede descansar”.