El hombre que sabía
El soñador imaginó la vida como debe ser, y desde su sueño creció una imagen rotunda,
una pintura que todo el mundo se amontonó para ver,
y disfrutó ahí hasta que vino el hombre que sabía diciendo:
“¡Está mal! ¿Por qué miran boquiabiertos, tontos?
El no pintaba de acuerdo a la academia”.
El soñador sondeó el misterio del dolor de la vida,
y en un libró buscó dar con la clave,
La gente lo leyó y vio que era así, y leyó de nuevo,
Entonces vino el hombre que sabía, diciendo:
“¡Ustedes, que no tienen ingenio! Este libro es vil:
¡No tiene los rudimentos de estilo!”
El amor golpeó los labios del soñador, y claro como la plata,
cantó una canción muy dulce, muy tierna y sincera,
que todo el mercado se estremeció al escuchar,
oyéndola en éxtasis hasta que vino el hombre que sabía, diciendo:
“Su técnica está errada, cantó enfermo. No pierdan su tiempo”.
La voz del cantante se quedó quieta.
Y entonces la gente se despertó como de un sueño, gritando:
“¡Qué nos importa si no es Arte!
Si nos ha encantado, ¿nos hizo reír y llorar?
Venga, coronémoslo donde se sienta apartado”.
Entonces, con la imagen rechazada, su libro sin leer, su canción sin cantar,
encontraron a su soñador… muerto.
traducción: Hugo Müller