Cristina no entiende lo que está pasando

Por más que le enviamos varios informes de inteligencia y reportes sobre la aguda crisis industrial de Estados Unidos, Cristina cree y difunde que la economía de los yanquis es un avión. Dejándose llevar por las fake news y el mainstream de los economistas y gurúes de Wall Street, en la presentación de su libro Sinceramente, donde dignamente lloriqueó bastante poco sobre la persecución mediático-judicial a la que es sometida, la ex presidenta comentó irónicamente que, con políticas proteccionistas y promotoras del mercado interno –antagónicas a las que le atribuye al gobierno macrista- el país norteamericano anda de parabienes. Se notó claramente que Fernández no ha leído Maldita Realidad en el último año, razón por la cual introduce en su discurso una falacia que será atronadora cuando Trump deje el gobierno con una herencia muy parecida a la que dejará Macri en Argentina: arcas públicas vacías, infinidad de delitos cometidos en el cargo presidencial, además de una industria local arrasada. Es mentira, Cristina, que Estados Unidos presenta la desocupación más baja de la historia. Falsean y manipulan datos para engañar a la población. La democracia estadounidense es más endeble que la Argentina, y las políticas económicas y ejercicio de gobierno de Trump, condensando la idea de “un gobierno de ricos para ricos” fueron idénticas a las aplicadas por Cambiemos. Tanta fue la mímesis que hoy el principal apoyo del gobierno argentino es el “amigo” Trump. Le recomendamos a la ex presidenta que averigüe la evolución del índice de Gini con el gobierno trumpero y no que intenté nuevamente caerles en gracia a los buitres y al FMI.

El acontecimiento editorial fue asumido por la prensa nacional como el lanzamiento de la candidatura de Cristina a su tercer mandato, en un escenario horrendo donde la sangría de empresas arruinadas ha llevado los niveles de consumo a niveles subterráneos. Es una situación donde la frase “Argentina ha sido saqueada” no es una exageración o un eufemismo sino una contrastación que se plasma en miles de indigentes durmiendo en las calles, en el descenso vertiginoso de una clase media que ha caído en una inquietante parálisis, sometiéndose resignadamente al esclavismo voluntario que propone la gestión macrista como filosofía para aguantar “lo mal que la están pasando los argentinos”. Esto o “sri sri” es lo mismo.

O el “dunga dunga” de Bolsonaro, el retorno al primitivismo y el salvajismo del “sálvese quien pueda” ante la indiscriminada promoción de posesión y uso de armas. Con la imposición de las doctrinas Bullrich y Chocobar (+ la Irurzun) se explica el crimen del diputado radical Olivares a manos de un gitanillo loco en plena plaza de los Dos Congresos. Si bien el tipo no merecía un gatillo tan fácil, a pesar de haberse presentado en la víspera en el informativo de la TV pública a apoyar y promover el acuerdo o diálogo cínico y abyecto propuesto por el presidente, lo cierto es que fue afín a las palabras de la ministra borracha (como el acompañante del asesino gitano), cuando propuso que “el que quiere andar armado que ande armado”. Al fin y al cabo, el estado no se puede meter en tantas cosas…

Ante un panorama tan funesto, Cristina tiene un motivo de alegría con el cáncer de cerebelo que se le detectó a su principal acusador, acosador y perseguidor judicial, el juez federal Claudio Bonadío, entrenado en Washington con su par brasileño Moro para implementar el lawfare –denunciado por la propia Cristina- de la manera más desembozada y perversa. Se ve que “la vieja”, como la llaman en Comodoro Py, aún conserva conocimientos de brujería y le ha echado una buena maldición al hipercorrupto juez que la ha condenado. Entretanto, la mafia judicial y “de inteligencia” del presidente sigue funcionando y operando, con D’Alessio preso y Stornelli prófugo. Y es que la jefa “Carrió” sigue barbotando y mandando más que el mismísimo presidente, que durante toda su gestión siempre ha preferido ir a jugar al golf que dedicarse a asuntos de Estado…

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