Tiempo de ordeñe
Hay un rocío de madreselva en el sendero verde profundo,
está el viejo Martin trotando hacia casa en su viejo y desgastado paso,
hay pétalos de cerezos cayendo, y un cucú llamando, llamando,
y un montón de alondras (Dios las bendiga)… pero es todo dolor, dolor.
Porque verán, no estoy realmente allí, en absoluto,
porque ven que estoy en las trincheras donde caen las bombas
y los golpes de las balas están aullando y es sólo un sueño bendito
que en fantasía me veo de regreso en el viejo Saint Pol.
Oh, he pensado en eso tan a menudo desde que vine hasta aquí,
y nunca soñé que algún lugar pudiera ser tan querido,
las casas de granito plateado, los hombres rosados en blusas,
y las mujeres gentiles, cubiertas de blanco, con ojos claros de primavera.
Y madre sentada tejiendo donde trepan sus rosas,
y el angelus llamando con un tintineo suave, suave,
y el viento del mar que llega acariciando, y la luz es una bendición dorada,
e Yvonne, Yvonne está intuyendo que es tiempo de ordeñe.
Oh, es domingo, porque ella está vistiendo su túnica ornamental,
y ella arma los paquetes de pastura y las vacas descienden,
y sus pies son de amarillo en polvo y sus voces melosas,
y traen una esencia de trébol y sus ojos son marrones.
Y después Yvonne está soñando, pero sus ojos son azules,
y sus labios están hechos para la risa, y sus dientes blancos también,
y su boca es como una cereza, y un alegre hoyuelo burlón está acechando en la mejilla que vuelve hacia ti.
Entonces camino a su lado amablemente, y se ríe,
y llené sus brazos con lilas del árbol de lila, y una luz dorada está brotando,
y una paz dorada morando, y miles de pájaros están diciendo qué bueno es vivir.
¿y para qué son labios de puchero si no pueden ser besados?
Y rellené sus brazos con flores para que no pudiera resistir,
y las vacas están tristemente vagando, y su madre debe estar diciendo
que Yvonne está tardando mucho… ¡Dios, qué cerca estuvo esa perdida!
Una bonita y amable recordación de que el boche está cerca,
que estamos aquí para luchar como demonios, y de ser necesario morir,
que de besar a bellas muchachas al frenético bombardeo de la contienda,
de las trincheras abatidas y destrozadas llega un grito lejano, lejano.
Aún estoy sentado soñando en el resplandor y la suciedad,
y una vez más estoy escuchando el repique de las campanas de la iglesia,
y me preguntó cómo en el dorado clima del verano
traeremos juntos a las vacas cuando sea el tiempo de ordeñe…
(Voz inglesa, meses más tarde): “¡Oh, Bill! Un podrido francés. ¡Uau!, no llegó a la mitad de la flor de la vida.
traducción: Hugo Müller