Mi dentista

Sentado en la silla del dentista, deseando no estar allí

para olvidar y pasar el tiempo he hecho esta pequeña rima.

Tenía una cita a las diez, me apuré para llegar en horario

pero encontré un montón de damas y hombres

que estaban esperando allí desde las nueve,
los miré, luego de una hora fui suavemente invitado a entrar

y aunque mi rostro estaba sombrío y amargo me saludó con una sonrisa.
Me contó de su caballo de sangre y cómo también corría,
planea tener una potranca de carrera (parece un hombre rico).

Y luego me dejó allí hasta que gruñí:

“En cualquier caso espero que no cargue en su factura todo este tiempo de espera”.

Su esposa tiene traje de luto a su espalda, con joyas brillantes

maneja un majestuoso cadillac, y yo soy el tonto que paga,

al menos soy uno de aquellos que avizoran con triste pesimismo

las revistas de ayer en su condenada sala de espera.
Soy un científico cristiano, no creo en el dolor,

mi dentista tiene una poderosa muñeca, él intenta e intenta en vano

hacerme gruñir, gemir o chillar con la sonda, raspando o taladrando…

Pero oh, ¡qué agonía siento cuando me presenta su factura!

Sentado en la silla del dentista, no desees no estar allí:

Bueno, tu copa de dolor a rellenar, sólo piensa en su cuenta infernal.

 

traducción: Hugo Müller

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *