Bregović, genio y locura de Sarajevo

Goran Bregovic está sentado en el lobby de un hotel francés considerando la ajetreada historia de Sarajevo, alguna vez el hogar de su infancia y más tarde el escenario del más largo y brutal sitio en la historia moderna europea. Cientos de miles fueron cercados y más de 10.000 murieron cuando las fuerzas bosnias rodearon la ciudad entre 1992 y 1996 en los violentos levantamientos que marcaron el colapso de Yugoslavia. Pero la vida había sido muy diferente allí, dice Bregovic, recordando la era del comunismo y del presidente Tito.

Eramos un poco pobres pero si mirás atrás, ese fue probablemente el mejor tiempo de nuestra historia. Fue un tiempo pacífico. Mi mamá era serbia, mi papá era croata, y el único problema en nuestro hogar era que mi padre bebía… Era un coronel del ejército yugoslavo y ellos tomaban mucho”.

Bregović había tenido una historia colorida. Fue una gran estrella de rock en Yugoslavia, luego continuó su carrera obteniendo varios premios por sus piezas para la industria cinematográfica, composiciones para orquestas y se ha transformado en un éxito siendo el mayor exponente de la música balcánica gitana aunque él no es gitano. Vendió más de seis millones de álbumes y colaboró con muchos artistas de renombre, como Iggy Pop, Scott Walker y Rachid Taha. Se describe como un “tipo pasado de moda que no hace videos ni aparece en TV pero presenta su música paseando por el mundo” en una gira global interminable.

Creció rodeado por la música de cristianos, judíos y musulmanes que coexistían en la ciudad, y es ésta era y sus influencias las que son celebradas en su trabajo Tres cartas desde Sarajevo. La capital bosnia, argumenta “es una metáfora de nuestro tiempo. Lo que vimos en Sarajevo luego de 1991 lo vemos ahora alrededor del mundo. Hoy somos buenos vecinos –pero mañana estaremos disparándonos los unos a los otros porque somos de diferentes religiones. Los seres humanos son máquinas condicionadas. Si los condicionas bien son buenos; si los condicionas mal pueden ser realmente malos”.

Esta noche toca en Rennes, donde Tres cartas desde Sarajevo es ejecutada por los bronces, percusión y cantantes de su Wedding and Funeral Orchestra, junto con la orquesta sinfónica británica. El show comienza con un choque de culturas. Mientras la orquesta toca un tema es respondida por cinco ejecutantes de bronces gitanos y un baterista que marchan a través de la audiencia. Bregović camina como un rock star –traje blanco, pelo despeinado- y se sienta en el borde de la orquesta empuñando una guitarra eléctrica, pero los solistas clave son tres impresionantes violinistas de diferentes culturas.

Se trata de una obra dominada por tres pasajes instrumentales principales –la carta judía, la carta musulmana y la carta cristiana- y cada una es conducida por un solista diferentes: con Gershon Leizerson de Israel seguido por Zied Zouari de Túnez y Mirjana Neskovic de Serbia. El final presenta un canto solitario en el coche de la muerte, con Bregović tomando el liderazgo, medio hablando a su manera a través de los coros originalmente grabados por la Iguana.

Es una fusión que tiene sus raíces en Sarajevo. El padre de Bregovic era también un violinista amateur y quería que su hijo hiciera lo mismo. “Entonces tomé lecciones de violín siendo joven… pero soy realmente algo más que un guitarrista. Soy autodidacta, no puedo decir que soy un músico educado. A los 17 tocaba la guitarra en bares de striptease en Dubrovnik, pero cuando comencé a tocar en bares de Italia tuve problemas con drogas. Mi mamá vino a recogerme y le prometí no volver a tocar”.

Por cuatro años siguió su consejo y estudió filosofía en la Universidad de Sarajevo, una movida que pudo haberlo hecho profesor de marxismo. Sin embargo, cambió dramáticamente de dirección. “No me presenté a los exámenes finales, lo que me salvó de aquel destino. Me convertí en una estrella de rock, y fui el más grande. Mis héroes eran británicos como Led Zeppelin. Si tocas la guitarra quieres ser como los otros guitarristas que se ven fantásticos, como Jimmy Page.”

Su banda se llamaba Bijelo Dugme (Botón blanco) “porque tenía una canción con la letra ‘si fuera un botón blanco estaría cerca de ti, y no sabrías que te puedo tocar”. Luego de lanzar su primer álbum en 1974 sacudieron la escena de la música yugoslava con su mixtura de hard rock, folk e influencias gitanas –con gitanos ayudándolos a ser despedidos antes de subir al escenario. “Cuando era una gran estrella de rock siempre había una banda de bronces de gitanos tocando para nosotros en nuestro vestuario -¡esto es lo que trae la locura! Siempre pienso que la música balcánica de bronces es como el punk en el comienzo. Más locura que música”. El continúa inspirándose en el punk. “Murió con God save que queen porque estaba realmente bien hecho, bien producido. Ese fue el final del punk, cuando comenzó a ser música”.

¿Y qué era lo especial de Botón blanco? “El rock’n’roll en el lado comunista era mucho más importante que el rock en occidente” considera. “Si eras cuidadoso y no estúpido, podías dejar mensajes que eran importantes en aquel tiempo”. ¿Como cuáles? “Hoy pueden parecer infantiles, pero parecía importante en una escena que mi cantante se vistiera en uniforme blanco de general, como Tito, y luego de negro como un policía en un campo de concentración nazi”. Dijo que esto era “una obvia alegoría sobre el comunismo y los regímenes socialistas nacionales, intentas hacer pensar a los jóvenes de un modo un poco diferente”.

¿Y que piensas de Tito ahora? “Hizo un montón de cosas buenas pero perdió su oportunidad de transformar Yugoslavia en un estado democrático. Pudo hacerlo y se hubiese evitado la guerra”. Cuando la guerra se aproximaba Botón blanco grabó canciones nacionalistas prohibidas, “una croata y una serbia, juntas en una canción, y usamos nacionalistas prohibidos en la grabación… así que por supuesto mi manager fue encarcelado”. Sus letras de modo optimista sugerían que “cuando la guerra se inicia tú y yo cerraremos las ventanas y nos besaremos hasta que acabe”.

Pero en aquellos tiempos Sarajevo fue sitiada, Bregović desarmó la banda y se fue a vivir a Paris. “Era rico y famoso pero cuando la guerra comenzó lo perdí todo –todos mis autos, mis naves, mis casas en Sarajevo. Tuve que trabajar por primera vez porque hasta entonces me pagaban por cosas que felizmente haría gratis”.  No estaba exactamente en un callejón sin salida. En 1988 el director serbio Emir Kusturica le pidio que escribiera la música de Tiempo de gitanos, y siguieron más colaboraciones. “Hasta en Inglaterra hice una con Ewan MacGregor –El beso de la serpiente, en 1997-. Tenía fuertes sentimientos de que estaba desperdiciando mi tiempo”.

Así que reuní a la Wedding and Funeral Orchestra y salí otra vez al ruedo. Ha estado girando casi sin parar por más de 20 años, con 120 shows por año, a veces más”. En el proceso se ha hecho famoso por ser el mayor exponente de la música balcánica gitana. ¿Qué dice ante las críticas de que usa la tradición como un no gitano? “No soy el único compositor que ha sido impresionado e influenciado por gitanos…¿y cuál es el punto de una tradición si no podemos extraer cosas de ella? Una de las cosas de las que estoy más orgulloso es que hoy es viernes, y cientos de bandas de gitanos estarán tocando por propinas, y tocarán un montón de mis canciones. Me gusta la idea de que gracias a ello algún chico tendrá mermelada sobre su pan”.

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