Guggenheim, cómplice de crisis de opiáceos en Estados Unidos

La fotógrafa y activista yanqui Nan Goldin provocó una paralización absoluta del Museo  Guggenheim de New York el sábado a la noche mientras miles de prescripciones falsas caían al atrio para protestar contra la aceptación de donaciones de la familia propietaria del fabricante de OxyContin –el calmante de prescripción que se encuentra en la raíz de la crisis de opioides que estrangula a Estados Unidos-.

Turistas y neoyorquinos cultos quedaron boquiabiertos y confusos cuando Goldin y su troupe comenzaron a cantar críticas contra los Sackler, dueños de Purdue Pharma. Los activistas manipulaban frascos de píldoras falsas mientras las recetas revoloteaban en su descenso al interior del emblemático edificio. Otros manifestantes desplegaron carteles y banderas en los pisos superiores, pudiéndose distinguir uno que decía: “Saquen su apellido”, refiriéndose a los vínculos de los Sacklers con la institución.

Goldin, que fortuitamente evitó morir de una sobredosis de opioides luego de que le recetaran OxyContin, inició una campaña en instituciones artísticas y académicas de Estados Unidos y Gran Bretaña para que rechacen la filantropía de los multibillonarios (y, oh casualidad, judíos como Goldin) Sacklers.

Quiero que el Guggenheim y otras instituciones públicamente se despeguen de los Sacklers y rechacen futuras donaciones de ellos, y quiero que quiten su apelllido de los museos” –declaró la artista, luego de realizar una performance impactante con sus compañeros, al yacer sobre el piso del museo simulando los estertores de los muertos, todos rodeados de recetas de OxyContin.

La protesta se movilizó luego dos cuadras hacia el sur por la Quinta Avenida hasta la escalinata del Museo Metropolitano, y continuó por otros centros turísticos mientras la policía contemplaba las expresiones de los artistas anti-Slackers.

Mortimer Sackler (el Viejo) y sus hermanos Raymond y Arthur crearon la compañía farmacéutica ahora conocida como Purdue Pharma, que inventó y patentó el OxyContin. La empresa ha sido acusada de utilizar tácticas de venta coercitivas sobre los doctores subestimando los riesgos de la droga.

La representación de Goldin simuló “la tormenta de prescripciones”, tal como describió John Smith, un ex marine afectado por el fármaco, en la corte de Massachusetts donde están siendo juzgados algunos miembros de la familia Slacker. De hecho, en ocasión del lanzamiento del OxyContin en 1996, el mismo Richard Sackler alardeó de los efectos positivos de la droga, y dijo que sería tan exitosa y tendría tanto marketing que pronto “provocará una avalancha de prescripciones que enterrará a la competencia” en un pensamiento duranbarbesco.

El estudiante Alex Viteri dijo: “Me recuerda a las historias de los que protestaban en Wall Street durante la epidemia de sida. Todas estas instituciones tienen las manos sucias”.

En Estados Unidos, las sobredosis de droga matan a más de 72.000 personas por año (esto es alrededor de 200 por día) de acuerdo con datos del gobierno extraídos de Centros de Control de la Drogadicción y la Enfermedad. La mayoría de estas muertas –aproximadamente 49.000- son causadas por opioides, incluidos calmantes como el OxyContin, que contiene el narcótico oxicodona, o heroína y fentanil, todos los cuales se comportan como el opio o la morfina, aunque a veces son mucho más poderosos (serían capaces de doblegar a Edgar Allan Poe o William Burroughs).

El negocio de Purdue le ha deparado un montón de denuncias alegando decepción sobre la seguridad del OxyContin. De hecho, la compañía admitió en 2007 que habían publicado críticas y estudios falsos.

Las historias de las víctimas son terribles. Cuando los juzgados comenzaron a prohibir las prescripciones y su comercialización ya era tarde, pues los adictos ya estaban dispuestos a invadir Venezuela con tal de conseguir más dosis de OxyContin, que se venden como oro en los mercados negros antes de ser convertida en heroína. Los museos y las instituciones que abren sus puertas a asesinos de masas como los Sacklers, son cómplices de la crisis del opio que tiende a agravarse severamente en el mediano plazo.

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