Realismo al 2600
-¡Que alguien me alcance el encendedor que está arriba del televisor! -dijo un joven vestido con un pantalón corto, el agobiante calor lo expulsó del interior de su monoambiente. Ninguno de sus allegados pareció oírlo.
-¡Por favor, me pueden acercar el encendedor!
Ninguno de sus cuatro hijos pequeños respondió, su mujer con un incipiente embarazo prosiguió lavando el delantal de un niño de jardín de infantes en una palangana con agua, a la sombra de un pino.
-¡La colcha de su madre, no se les puede pedir un favor! -gritó el hombre joven, entró al monoambiente armado en la parada de avenida España al 2600, tomó bruscamente el encendedor, prendió un cigarrillo y encendió el fuego de la cocina sudamericana, unos leños para calentar la pava.
Cada tanto uno de los niños dejaba ventilar el colchón de dos plazas tirado en el piso o la cama de una plaza en el banco de la parada. Otro niño buscaba la pelota que cruzaba la avenida.
-¡Alguien puede ir a buscar hielo a la villa Rodrigo Bueno, que quiero tomar una sidra! -continuó deseando el joven padre de familia.
Era la tarde del último sábado de diciembre de 2018; a unos doscientos metros del centro de inclusión social del gobierno municipal.