La canción de armónica
(Con disculpas al cantante de la “Canción del Banjo”)
Soy una pequeña cosa hogareña de hueso y lata,
soy amada por la Legión de los Perdidos,
no tengo un tono de voz humano,
y por un centavo o dos satisfarán mi costo.
No intento vuestros vuelos de alto voltaje,
soy más o menos incierta en la tecla pero les digo, muchachos,
hay un montón de noches que han tomado un gran deleite de mí.
Peso una onza o dos, y soy tan pequeña que me puedes llevar en el bolsillo de tu vestido,
y cuando en la noche tan cansadamente te arrastras a tu litera
y estiras tus miembros para descansar me sacas y tocas suave y bajo,
las simples canciones que merodean las cuerdas de tu corazón,
los tonos que usaste para fantasear hace mucho tiempo,
antes de que hayas hecho un lío podrido de las cosas.
Entonces una mirada ensoñadora vendrá a tus ojos,
y se romperán en el medio de una nota, y entonces,
con sólo el más espantoso de los suspiros, me arrojarás al bolsillo de tu abrigo.
Pero de algún modo te he animado un poco,
y mientras te das vuelta y enfrentas la pared
no te sientes tan incapaz o inútil, no eres un tipo tan malo después de todo.
¿Recuerdas la amarga noche ártica, tu campamento junto al cañón en el camino,
tu tienda un diminuto cuadrado de luz naranja,
la luna arriba pálida y tísica, la comida cocinada,
el pequeño horno ardiendo, ustedes cansados pero felices y abrigados como niños?
Entonces fue «Pavo en la paja» hasta que tus labios casi se desgastaron
y arrojaste tu audaz desafío al bosque.
¿Te acuerdas el dolor lacerante, titilante,
el golfo de húmeda negrura arriba, el relámpago haciendo estoques de la lluvia,
los cuernos del ganado como antorchas de los muertos,
tú sentado solo en tu potro cerril, en tu impermeable,
dolorido de la silla y enfermo de frío?
¿Piensas que la manada silenciosa no escuchó “El pájaro burlón”
o paladeó “Hilos de plata entre el oro”?
¿Recuerdas la salvaje costa de Magallanes,
los vientos helados y rugientes de los mares,
las noches en que pensaste que todo estaba perdido,
los días que trabajaste con agua hasta las rodillas,
los aparejos congelados aullando en el vendaval,
los abismos silbantes y los golfos de espuma lívida:
cuando animaste a tus nueve compañeros con “Ben Bolt» y «Clementina»,
y «Dixie Land» y «Viendo el hogar de Nellie»?
Deja que la voz del banjo improvisador sea el hijo menor
cuya remesa esperas que arribe, yo represento a uno mugriento, arenoso,
cuyos huesos sudan para sobrevivir,
que se alzó contra la cosa verdadera desde su nacimiento,
cuya herencia es el trabajo duro y amargo,
mi voz es la de los cansados, los grasientos de la tierra,
los helechos del mar y del suelo.
Soy el Steinway de extrañas travesuras e infortunios,
soy el Stradivarius de la derrota en blanco, en el mundo inferior,
cuando el diablo lidera la danza, soy simple y simbólicamente encuentro;
soy el irreprimible espíritu de la humanidad,
soy el pequeño muchacho jugando a los nudillos con la muerte,
al final de todas las cosas conocidas, cuando la cosecha de basura de Dios sea arrojada
me estremeceré impúdico ante el triunfo en un suspiro.
Soy una pequeña cosa hogareña de lata y cuerdas,
soy un sinónimo, un juguete, una broma,
el virtuoso me mira con desprecio, pero hay veces en que soy mejor que el resto.
Pregunten al fogonero y al marinero, pregunten al rústico y al leñador,
pregunten al pastor de la llanura, pregunten a la espigadora de granos,
hay un humilde y adorable reino, y es mío.
traducción: Hugo Müller