El monstruo
Cuando hagamos con corazón feliz de este mundo un paraíso,
con bombas explotaremos a los hombres valientes, con napalm carbonizamos.
Donde debiéramos cultivar la tierra soleada y cantar por la alegría de vivir,
gastamos nuestro tesoro y nuestro trabajo en lucha sangrienta.
Los campos de trigo brillan dorados, las bandadas tienen vello plateado,
las señales se multiplican dulcemente, de plenitud, disfrute y paz.
¡Pero vean! El cielo está encapotado, donde sucios trabajadores soportan
los fragmentos de acero que alimentan las tontas fauces rojas de la guerra.
En vez de manteca denos armas; en vez de azúcar, bombas.
Madres devotas, carguen a sus hijos para abarrotar infiernos aún más calientes.
¡Compañeros! ¿Cuándo se despertará la loca humanidad para desterrar cada vez más
y condenar por el amor de Dios el asesinato en masa, la Guerra?
traducción: Hugo Müller