El misterio del señor Smith
Para la cena habíamos comido callos.
Yo lavé los platos, di cuerda al reloj,
luego fumé por un rato mi pipa, ¡puf, puf!
No teníamos una palabra de charla.
Las señoritas hacían una sobria pareja,
digo yo al fin: “Necesito algo de aire”.
No sé por qué actué así, no tenía pensamiento,
ningún plan, ningún esquema.
Realmente no quise decir que me iba,
soy un pequeño hombre dócil pero de repente sentí
que debía cambiar mi vida o moriría.
Vi una señal: Se renta una habitación.
Tenía un olor mohoso, polvoriento,
despedía sordidez, hasta gruñía, y aún así
de algún modo sentí que me gustaba.
Pagué la renta de un mes por adelantado:
aquella noche fumé mi pipa en la cama.
Desaparecí de mi mundo, mi camino y mi conversación cambió aquella noche.
Compré anteojos negros, me dejé crecer la barba,
Abismalmente me caí de mi lugar,
el viejo recaudador de impuestos, el señor Smith
devino en un recuerdo, un mito.
Vi a mi esposa en vestido de viuda,
ganó peso desde que me fui.
Mi pensión sirve a sus modestas necesidades,
mantiene el viejo departamento, y viviendo apenas a una cuadra
me la encuentro casi todos los días.
Espero que no se lamente demasiado,
tiene un aspecto triste y preocupado.
Un día pasamos y nos tocamos por azar,
pero mientras con súbito temor me estremecí,
me miró a la cara de modo tan inexpresivo
que tuve que sofocar una risa en mi barba.
Oh, la comodidad es una cosa bendita,
aunque tenga cuarenta años de ella.
Nunca tomé el vino de primavera,
ninguna luna jamás me volvió loco.
Nunca me agarré de las faldas del destino
ni perdí el tiempo tontamente con el romance.
Y por eso busco salvar mi alma antes de que sea demasiado tarde,
poner entre mi tumba y yo unos pocos años de destino fantástico:
he conquistado la felicidad porque he matado al hombre que fui una vez.
Asesiné al recaudador de ingresos Smith,
y ahora soy Johnny Jones para ustedes.
No tengo hogar, no tengo parientes ni hijos,
hago las cosas que quiero hacer.
No importa que no tenga un amigo,
he ganado la libertad al final.
Nací bohemio, supongo, lo fui,
y si mi esposa deja su viudez para casarse no suspiraré,
tomaré mi valija e iré por el bien,
para vivir en tierras donde las leyes son laxas
e inocente de impuestos por ingresos.
traducción: Hugo Müller