Crónica de las elecciones en el Congo
Kabila se perpetúa en la RDC mientras Trump juega con sus tropas gabonesas
El presidente congoleño Joseph Kabila es el arquetípico dictador africano que llega al poder como “son of a bitch” elegido por Estados Unidos, y cuya barbarie y afán de poder lo llevan a olvidar su dependencia de los intereses imperialistas. Cuando el asesino salvaje se les escapa de las manos, cuando Kabila muestra un mínimo gesto de autonomía, es acosado y judicializado por Amnesty International, Human Rights Watch, y toda la burocracia proyanqui del establishment internacional. Así, el presidente del Congo ha caído en desgracia, y no ha podido postularse para un tercer mandato, ante las constantes presiones de los países europeos y Estados Unidos, afectados por sus planes de nacionalización de los recursos mineros. Por otro lado, sí ha logrado postergar las elecciones durante tres años, con el argumento de que no estaban dadas las condiciones fácticas. Finalmente, el postergado día de las elecciones llegó, en una atmósfera de caos y desorganización total, con denuncias de numerosas irregularidades , y hasta enfrentamientos armados y tiroteos con varios muertos, hechos que son más que frecuentes en la mayoría de las regiones del país. Los problemas técnicos fueron terribles, varios centros de votación estaban infectados por el virus del ébola y otros habían sido tomados por grupos de gamberros y organizaciones atávicas. A la hora del cierre, miles de congoleños aún hacían largas filas para emitir su sufragio, en medio de máquinas electrónicas destrozadas, padrones electorales desaparecidos, acceso restringido a observadores. El candidato Felix Tshisekedi, importante aspirante a la victoria, opositor a Kabila, denunció: “Esto lo han orquestado para plantear ante la Corte Constitucional la nulidad de las elecciones. Es un truco de Kabila para seguir jodiéndoles la vida a los congoleños”.
Congo es uno de los países más pobres de mundo –el 65% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza– pese a contar con una inmensa riqueza mineral, enormes reservas de cobalto, cobre, oro, diamantes o coltán. Desde su indpendencia de Bélgica en 1960 se encuentra azotada por la violencia étnica, tribal, política y religiosa.
Para el evento eleccionario, Donald Trump ordenó el despliegue de soldados en Gabón. Más precisamente, desplegó unos 2.000 soldados en la capital Libreville (curioso nombre para otra metrópoli colonizada y subyugada hasta el tuétano), con la excusa de proteger la seguridad de sus ciudadanos y las instalaciones diplomáticas en Kinshasa –la capital de la República Democrática del Congo (RDC)- ante eventuales incidentes que pudiese suscitar la permanencia de Kabila en el cargo.
El inquilino de la Casa Blanca arguyó que se pueden dar ataques violentos cuando se anuncien los resultados. Según los informes privados de la CIA, Kabila cuenta aún con el apoyo de las fuerzas armadas y con varias bandas de mercenarios cazadores de europeos. El pueblo está harto de su cinismo y sus torpezas y no se puede vivir eternamente en la inanición. La reaparición del ébola fue fruto del subdesarrollo agudo del país.
Además de equipos de combate y aviones bombarderos, Trump anunció el despliegue de drones y francotiradores para mantener bajo control la frontera. A la vez profirió la siguiente amenaza a Kabila, por supuesto en Twitter, lejos del terreno de operaciones: “Vamos a sancionarlos y se van a cagar peor de hambre… Los resultados de los comicios deben reflejar lo que dicen nuestras encuestadoras. De otro modo, los vamos a invadir…”.
Los yanquis cuentan con una gran cantidad de bases militares en África, la mitad de ellas en áreas no reveladas, totalizando 10.000 soldados en la RDC y Gabón, munidos de tecnología mortífera de última generación.