Carteles del narco complican los primeros pasos de “Bolso”
Somos un grupo de periodistas independientes que gozan con los estallidos sociales y cuando vemos kilombos que “desbordan” a las “fuerzas del orden” (llámese policía, gendarmería, etc.). Por eso decidimos tomarnos un minibus a Fortaleza, a conocer de primera mano qué demonios está pasando que el nuevo presidente de Brasil, teniendo servida en bandeja su primera demostración de que sabe combatir la delincuencia, tuvo que enviar refuerzos -5.000 efectivos- de la policía militar para controlar los desmanes de lúmpenes hambrientos que destrozaron un vehículo de la policía y docenas de ómnibus de la ciudad, cuya “fortaleza” está siendo puesta en duda.
Vimos con nuestros propios ojos cómo los “delincuentes” –en su mayoría jóvenes lulistas que perdieron el empleo con la dictadura de Temer, y a los que se les presentan escasas posibilidades de supervivencia en el Brasil que pretende implantar el milico ahora a cargo, cipayo de Trump. Es desesperante ver cómo te incendian un camión, pero igual se percibió algo liberador en el acto, como si los testigos compartieran un ritual que los invitaba a buscar nuevas víctimas para sus hogueras, bien pudiendo ser una de ellas el nuevo presidente, así por lo menos se comprueba si se banca un atentado en serio.
Las autoridades del estado de Ceará vienen padeciendo episodios de violencia similares, siendo los más intensos los de la bella y antigua ciudad de 4 millones de habitantes. Las fuerzas de seguridad bolsonaristas explicaron que tres carteles del narco se unieron para realizar 160 ataques en venganza por la propuesta penitenciaria de separar a las facciones rivales en las prisiones brasileñas. Además de ensañarse con automotores, los atacantes embistieron contra edicios gubernamentales y bancos con bombas incendiarias y explosivos. El domingo volaron una central telefónica dejando a doce ciudades sin servicios móviles. Otras explosiones dañaron una carretera y un puente.
El vehemente accionar violento de los “narcos” desafía las duras políticas criminales que puso en marcha, que incluye la toma militar de las principales ciudades brasileñas y tácticas de seguridad basadas en “disparar a matar”. De hecho, tres sospechosos han sido muertos por disparos policiales y Fortaleza está en un estado de sitio, sin transporte, comercio, y la mayoría de sus habitantes refugiados en sus hogares.
Camilo Santana, gobernador de Ceará, informó que arrestaron a 148 personas por los ataques, y los instigadores han sido transferidos de prisiones estatales a federales. A pesar del caos, el gobierno dijo que no retrocederá en combatir a los narcos directamente en las cárceles, por lo cual se temen prontas masacres en los recintos penitenciarios.
Los homicidios e índices de violencia se han disparado en Fortaleza desde que los más notorios carteles del narcotráfico nacionales –el PCC de São Paulo y Comando Vermelho de Rio de Janeiro- se comenzaron a disputar la región con los Guardianes de Fortaleza y la Familia del Norte del estado de Amazonas. Fortaleza es muy preciada entre los narcos porque es un punto estratégico, siendo el puerto más cercano a las costas europeas y africanas. Para poder inmunizarnos contra tanta violencia, decidimos comprarnos unos revólveres baratos en una armería del centro a la que nos condujo un simpático traficante de marihuana. “Estas salvajadas sólo las veíamos por la tele, en Rio de Janeiro, acá las cosas eran más tranquila. Ahora hay que andar armado si aprecias un poco tu vida” –nos alertó el transa. “Estamos en medio del océano y no hay salvación. Ahora con Bolsonaro se va a pudrir todo” –pronosticó nuestro amigo.
Causas no le faltan, ya que el cipayo de Trump promueve el uso de armas, de hecho parece un vulgar traficante como su espejo yanqui, y seguramente alguna tajada quiere sacar del negocio de la droga. Por eso anuncia que premiará a todo policía que cometa un asesinato extrajudicial de un “narco”. El presidente del Foro Brasileño de la Seguridad Pública declaró que “los problemas de Brasil no se resolverán con más violencia”, disintiendo con el pensamiento básico de Bolso.
En efecto, las fuerzas de seguridad brasileña ya son violentas, y han matado a más de 6.000 personas en 2018, lo que hace un promedio de 16 por día. Hay estrategias más efectivas, como invertir en las capacidades de inteligencia de las investigaciones policiales y reformar el draconiano sistema penal. Mientras la basura del juez Moro, devenido ministro de Justicia, dice que van ahogar a los narcos financieramente quitándoles posibilidades de lavado las prácticas bolsonaristas ya han hecho de Fortaleza una bomba de tiempo. El modelo de “guerra a las drogas” yanqui que intenta implementar es una mierda, y ya le está estallando en la jeta al mandamás facho.