Abu Sayyaf le da pelea a Rodrigo Duterte

Veinte personas murieron y 81 resultaron heridas al explotar dos bombas en el patio exterior de la catedral católica romana en una isla sureña de Filipinas, donde hay militantes musulmanos activos, según informó Oscar Albayalde, jefe de la policía nacional puesto a dedo por el presidente Rodrigo Duterte. En una conferencia de prensa, dijo que la primera bomba explotó adentro o cerca de la catedral de Jolo durante una misa dominguera, seguida de una segunda explosión en el patio, mientras las fuerzas militares, policiales, paramilitares y parapoliciales del “incorrectísimo” mandamás filipino. Por último, el funcionar reveló que entre los muertos había colegas de armas y civiles.
Salvador Panelo, vocero de Duterte, anunció que ya se lanzó una cacería contra lo atacantes. “Los enemigos del estado han desafiado arrogantemente la capacidad del gobierno para garantizar la seguridad de la ciudadanía en aquella región” –aseveró sin sonrojarse. “Las fuerzas armadas de Filipinas recogen el desafío y aplastarán a estos criminales sin Dios”.
No hubo ningún reclamo inmediato de responsabilidad pero la policía sospecha que las bombas fueran colocadas por Abu Sayyaf, un grupo rebelde que se ha aliado con el Estado Islámico y ha adquirido notoriedad por sus bombas y brutalidad.
En las redes sociales se publicaron fotos de cadáveres y escombros esparcidos en una calle transitada afuera de la catedral de Nuestra Señora del Monte Carmelo, que ya había sido golpeada por bombas con anterioridad. Soldados en vehículos blindados sellaron el camino principal mientras las ambulancias llevaban a los muertos y heridos a la morgue y los hospitales respectivamente. Algunos fueron trasladados en helicóptero a la ciudad cercana de Zamboanga, cuyo turismo sexual ha sido reconocido por Duterte como el de mayor calidad del país.
El secretario de defensa Delfin Lorenzana declaró: “Ordené a las tropas elevar el alerta al máximo nivel, asegurar los lugares públicos de rezo y emprender medidas proactivas para frustrar los planes hostiles de los forajidos de Abu Sayyaf”.
La isla de Jolo hace mucho que se ve asediada por la presencia de militantes de Abu Sayyaf, que son considerados por los yanquis como una organización terrorista que, además de colocar bombas, se dedica a los secuestros y decapitaciones.
El incidente ocurrió una semana después que la minoría musulmana de esta nación católica aprobara la creación de una nueva región autónoma en el sur del país con la esperanza de terminar con cinco décadas de una rebelión separatista que se saldó con 150.000 muertos.
Si bien la mayoría de los musulmanes aprobaron el acuerdo de autonomía, los votantes de la provincia de Sulu, donde se encuentra Jolo, lo rechazaron. La provincia está habituada a una facción rebelde rival que se opuso al acuerdo, al igual que pequeñas células de militantes que no han formado parte de proceso de paz alguno.
Los gobiernos occidentales apoyaron el pacto de autonomía y manifestaron su preocupación de que los combatientes del Estado Islámico retirados de Medio Oriente y Asia establezcan una alianza con los insurgentes filipinos y hagan del sur un terreno fértil para los extremistas.
“Esta bomba fue colocada en un lugar de paz y adoración, y ocurre en plena preparación de otra etapa del proceso de paz en Mindanao” -dijo el gobernador Mujiv Hatama. “Las vidas humanas son irreemplazables” añadió, convocando a los residentes de Jolo a cooperar con las autoridades para encontrar a los perpetradores de esta atrocidad.
Abu Sayyaf tiene en su poder a cinco rehenes de distintas nacionalidades, y según informes de inteligencia los retienen en sus bases selváticas de Patikul, un pueblo no muy lejos de Jolo. Los paisajes de pobreza y necesidades humanas insatisfechas son estremecedores en la zona. Duterte ya amenazó a los militantes de Abu Sayyaf y juró que ha de guardar sus calaveras como ceniceros y que ha de degustar sus testículos. Esto está por verse, por ahora “Abu” le da pelea y dolores de cabeza agudos.

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