Trinidad profana
Es bonito herir al vicio a través de la virtud,
sí, Parson dice que está mal,
pero para mi placer será suficiente con mujeres, vino y canción.
Porque aunque sea con alegría jocunda
mi voz de taberna está sonando,
tuve que abandonar una de las tres,
¡por Dios! Abandoné el canto.
Pero no el vino. ¿Qué divino bosquejo podría
embriagar mi gaznate?
Dios nunca sugirió que el vino maduro debía languidecer en la botella.
Así cantinero, tu mejor cosecha,
deja que las telarañas plateadas lo empañen,
cuando el dorado o el rubí rellene la copa,
¿podrían aún los santos resistirse?
Amo a las mujeres, sí, lo hago,
siempre lo hice y haré,
me gusta arrullar a las damas melindrosas
y he sido conocido por declararme.
Sí, coincido que está mal de mi parte,
así llámenme viejo travieso, pero cuando veo a una muchacha lujuriosa
relincho como un semental.
Oh, déjenme ser un réprobo, desafiar su hipócrita cuidado,
cortejaré aquel divertido triunvirato hasta el día que me muera.
Así pescaré hasta que suene el cabrio, y tal vez mi vida sea larga
para alabar al Señor por cosas preciosas
como las mujeres, el vino y la canción.
traducción: Hugo Müller