Romance
En París en una mañana de mayo envié un radio transatlántico
para aIcanzar al vapor en su camino, pero oh,
el alboroto postal fue frenético, me enviaron aquí,
me enviaron allá, eran tan corteses, tan astutos,
así mientras me marchitaba en desesperación
un francés me dio una palmada en la cola.
Fue sólo una suave palmadita, pero oh, ¡cuánta simpatía detrás de ella!
No permito que nadie me haga eso, pero entonces de algún modo no me preocupó.
Mi preocupación le parecía divina, con amable sonrisa, a aquel pequeño extranjero,
y mientras esperábamos alineados, con un toque tierno palmeó mi cola.
Trajo una onda de romance a aquella espantosa oficina postal,
me miró de manera tan sonriente que me sentí alegre y animada.
El muchacho postal buscó información de mi caso en cada rincón y grieta,
con rostro sonriente gentilmente palmeó su reaseguro en mi cola.
Así regresaré a Tennessee y me preguntarán:
“¿Cómo has pasado tus breves vacaciones en la divertida Paris?”
Pero no hablaré de mi aventura.
Oh, dicen que soy vieja y anteojuda, dicen que tengo sesenta y soy una abuela,
¡pero dicen que aquella mañana de mayo un francés me palmeó la cola!
traducción: Hugo Müller