Postales del G20 en Buenos Aires
Los presidentes mandamases del mundo jodido que padecemos, hacedores de la maldita realidad que atraviesan millones de personas excluidas, despojadas de sus trabajos, sus bienes y sus tierras, se juntaron una vez más bajo el paraguas hipócrita y cínico denominado G20, para lavar sus conciencias y simular que están trabajando para el bien común de la humanidad. Una gran fantochada realizada, ¡oh casualmente!, en el país modélico de la gobernanza global, en el que se aplican políticas neoliberales aumentadoras de la pobreza y la tristeza de millones de seres humanos, donde gobierna un grupo de empresarios jefes de transnacionales devenidos políticos gracias a su amistad con Mauricio Macri, líder de notable imbecilidad.
Los papelones, gaffes, errores, sinvergüenzadas, reuniones y actos felones que se sucedieron durante dos días en la sitiada e hipermilitarizada ciudad porteña se reprodujeron velozmente por todas las redes sociales habidas y por haber. Ministros y funcionarios responsables y ejecutores de guerras desalmadas, desfalcos inmensos, mercenarios de fondos buitres y creadores de paraísos fiscales, se alojaron en hoteles lujosos, satisfechos con la labor de limpieza y expulsión de indigentes del macro y microcentro de la ciudad. Entre ellas estaba la presidenta-jefa del FMI que ostenta un cargo más alto y cumple el rol de presidenta del país con mayor solvencia y eficiencia que el líder de Cambiemos. De hecho, según los analistas más avezados, la batuta, así como la economía, la maneja ella a su antojo, hambreando a millones de jubilados y eliminando cuanto plan social haya establecido el gobierno anterior de CFK, a quien quieren tan presa como Lula.
Lo verdaderamente importante en el mundo estaba sucediendo a miles de kilómetros, y no era la muerte del longevo Bush –constatándose una vez más que la hijaputez y porquería humana, la crueldad y avaricia son capaces de asegurar largas existencias-, sino la toma de la presidencia de México de López Obrador, que representa una vaga esperanza para todos los progresistas y políticamente correctos del planeta. Allí había presidentes mucho más sanos y acordes con los intereses de los pueblos, como Maduro y Evo Morales, aunque también había mucha resaca y ministros de segunda línea de los asquerosos dirigentes que acudieron a la cita del G20 en Argentina, incluida la mismísima vicepresidenta paralítica que había hecho desastres intentando hablar en francés con el devaluado Macron, ajeno a los incendios y las revueltas parisinas de los chalecos amarillos que pusieron patas para arriba la vida en Francia, país que hace mucho se ufana de ser primermundista, capaz de acabar con los severos problemas de otros países.
También estuvo en Buenos Aires Trump, con su “bestia” y sus alardes de emperador podrido en dinero, dando muestras varias de su esquizofrenia y paranoia singular. Acudió Putin y el descuartizador príncipe árabe, cuyo saludo fraternal y superamistoso llamó la atención de los periodistas y espectadores. Arribó asimismo Xi Jinping y acordó una tregua con los yanquis en su promocionada “guerra comercial”. Estuvo Erdogan y el primer ministro japonés, melancólicos y con perfil bajo. Se hicieron varios buffets y ceremonias de gala en el teatro Colón donde se contrató un show judaico con motivos argentinos que conmovió a Macri hasta las lágrimas. Sólo faltaba Bibi Netanyahu para que la fiesta fuese completa.
En las calles se reprimió a los activistas de izquierda que protestaban contra semejante bochorno. En la justicia se convalidó un aberrante crimen de estado aduciendo que Santiago Maldonado murió ahogado cuando plantaron su cadáver de la manera más mafiosa que pueda caber en la mente humana. De estas cosas son capaces los mandamases que se reunieron en el G20 a fines de 2018 en Buenos Aires, y de acciones o planes mucho peores también, como haber puesto a Bolsonaro en Brasil. El mundo nunca fue tan inmundo como en la actualidad y nadie movió un dedo para recriminárselo a los responsables que se juntaron sonrientes en la ciudad amenazada por marines yanquis y armas de última generación adquiridas por el ignominioso y saqueador gobierno de Mauricio Macri.