Perro
Enfermera, ¿no lo dejará entrar?
Está ladrando y rasgando la puerta,
haciendo un jaleo que no me deja dormir,
allí afuera, en la oscuridad y el frío,
escuche cómo gime y raspa, rompiéndole el corazón,
mi pobre perrito.
Enfermera, estaba en mi asiento enfrente de la barbería,
cuando allí estaba lamiéndome los pies como si nunca fuera a parar,
luego de pronto veo a ese cazador de perros murmurando:
“¿De quién es ese callejero?” “Es mi mascota de pedigrí” digo yo.
Enfermera, estaba hambriento y abandonado
pero sus ojos estaban pletóricos de confianza.
¿Cómo podía dejarlo? Le arrojé un poco de corteza
y casi se ahoga al deglutirla, luego se enroscó a mis pies,
¡pobrecito, me dio una ternura! No tenía un amigo en el mundo.
Enfermera, yo fui amistoso también, así que hicimos una pareja.
Soy negro como una caja de zapatos, pero a ese pequeño perro no le importa.
Su piel era perlada y blanca: de algún modo los perros parecen saber
cuando el corazón de un hombre es bueno.
Enfermera, éramos compinches como ladrones, nada podía separarnos,
y ahora escuchar cómo se lamenta es como un cuchillo revolviendo mi corazón.
Mientras trabajaba en mi parada de lustrabotas me miraba con ojos cariñosos,
meneando la cola y lamiendo mi mano, como si fuera un dios superior.
Enfermera, seguramente no tuve suerte
aquella noche de lluvia y niebla, estaba aquella tormentosa carretera,
y justo en el camino, mi perro.
Oh, fui un tonto, me temo, es más duro pensar que sentir…
Me abalancé, logré poner a salvo al perro pero yo me fui bajo las ruedas…
Enfermera, se está poniendo oscuro, creo que mi tiempo está por terminar:
ya no lo oigo ladrar, pobre, ¡mi perro con el corazón partido…!
¡Bueno, ahí está, bajo su piel!, lamiendo mi rostro una vez más:
¿Cómo hizo para entrar? Debió destrozar la puerta.
Dios, soy un negro viejo pero tú no eres conciente de la raza.
Pronto me iré, te encontraré cara a cara.
He sido un pecador, jugué a los dados y me dediqué a la bebida,
pero Señor, antes de morir estaré rezando:
“Sé bueno con mi perro…” Eso es todo, pequeño chucho, adiós.
traducción: Hugo Müller