La pipa negra

Llevándola aquí en la excavada, chupando mi pipa negra,
me gustaría decir de modo general
no hay nada como la nicotina,
no hay nada como la nicotina, muchachos,
sea en pipas, cigarros o a escondidas,
así asegúrense un tipo que esté llena de humo
si quieren que pelee en sus guerras.

Cuando me comí mi sustento y mi cinturón está ajustado
comienzo a pensar en mi caja de tabaco.
Derramo el tabaco en mi mano ansiosa,
y relleno mi vieja pipa de arcilla.
Recorto los bordes, lo aplasto,
Alimento una llama con gesto ansioso
comienzo a fumar y mis mejillas lo engullen
y todo mi rostro es una sonrisa beatífica,
y hacia una nube asciende el buen humo,
y la buena pipa brilla, se apaga y vuelve a brillar,
en la garganta canta una alegre canción,
porque me gusta caliente y me gusta fuerte.
Oh, es bueno comer cuando te sientes vacío
pero lo mejor de una comida es el humo que la sigue.

Allí estábamos Micky y yo en una noche de patrulla,
debiendo escondernos en un agujero de las silbantes explosiones,
y seguro pensaba que estaba peor que muerto
con todo el ajetreo y bullicio de aquellas bombas sobre mi cabeza.
Seguramente pensé que era el sucio lugar,
con vehemencia hasta el aire estuvo caliente.
Y te recuerdo con el agua hasta las rodillas.
¡Y frío! Un mono de latón se hubiese congelado.
Y si aventurábamos nuestras narices afuera
una “dactilógrafa” hubiese repiqueteado sus píldoras.
¡El Campo de Gloria! Bueno, ¡no lo creo!
Pronto estaría seguro y apretado en la cárcel.

Luego Micky va y atrapa a un malo,
siempre tuvo mala suerte el pobre muchacho.
El dice: “Viejo amigo, ya está todo reservado,
la muerte y yo como el vudú de un día malo.
Pero… ¿no tienes una pizca de pelusa?
Venderé mi alma moribunda por un cigarro”.
Y allí se estremeció y maldijo su suerte,
así que le di mi vieja pipa negra para chupar.
Y él lanzó un suspiro y la tomó como un bebé toma la teta de su mami,
como un niño toma el pecho de su madre,
¡pobre Micky!, se fue a descansar.

Pero el amanecer estaba cerca, aunque la noche estaba negra,
así que lo dejé allí y comencé de nuevo.
Y reía mientras las tontas viejas balas venían,
porque ninguna de las balas tenía mi nombre.
Aunque algunas zumbaban peligrosamente cerca,
y una pequeña sinvergüenza acaba de saltar mi oído.
¡Pero allí! Alcancé la trinchera muy bien,
cuando de pronto salté con un inicio de sobrecalentamiento,
y una palabra que no se veía bien en su tipo:
me había olvidado de limpiar mi vieja pipa de arcilla.

Así que tenía que hacerlo todo de nuevo,
arrastrarme sobre aquel sucio llano.
A través de las explosiones, las bombas y las balas y todo,
sólo esta vez no me arrastré.
Corrí como un hombre que pierde su tren,
o un gato atrapado en una tormenta pesada.
Escuché el bufido de una ametralladora,
haciéndome cosquillas en los talones pero corrí, corrí.
A través del estrépito, el crujido, el temblor y las llamas
(¡Oh, el paquete que había extraviado no tenía mi nombre!),
corrí como un hombre sin ideas de caza alrededor de un souvenir.
Corrí asaltando a un tipo alemán, y él mira como un búho, así que golpeo su mapa.
Y sólo para mostrarle de que soy su jefe
le doy una patada en la retaguardia.
Y lo hago marchar de regreso conmigo en total serenidad,
vimos escondida en mi grupo a mi vieja pipa.

Sentado aquí en las trincheras mi corazón se esparce con melancolía,
una parcela de plomo viene errando mi cabeza pero golpea a mi vieja pipa.
¡Dios reviente a aquel francotirador de cabeza roja!
Le di algo para disparar antes de que pase la guerra,
sólo ver cómo le di al sinvergüenza que destruyó mi pipa.

traducción: Hugo Müller

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