El juicio
El juez miró hacia abajo, su rostro era adusto, se rascó la oreja,
La prostituta del gangster lo miraba hacia arriba con ojos temerosos.
Ella pensó: ‘Este tipo en túnica de terciopelo, con la cabeza pelada,
que ahora me está mirando desde arriba puede sellar mi destino’.
El juez pensó: ‘Debería decretarle quince o diez años.
Sólo dejame decir la sentencia y luego te irás a casa para tomar el té.
Pero para entonces esta pobre desgraciada quizás no llegue a estar viva…’
Así con sorpresa escuchó que estaba diciendo ‘Cinco’.
El juez se fue a su casa. Su pequeña hija cumplía cinco años aquel día,
y reía jugando con los dulces regalos apilados a su alrededor.
Entonces el juez reflexionó: ‘La vida a menudo ofrece oportunidades malditas.
¿Aquel que muestra misericorida humana no cuenta para Dios?’
traducción: Hugo Müller