El blanco inferior

Este es el día de paga en las minas, cuando descienden los brutos barbados,
hay dinero para quemar esta noche en las calles, así que envié a mi mujer al pueblo
con un rostro demacrado y un moño rojo enlazado en su pelo castaño.
Y sé que al amanecer ella vendrá tambaleándose a casa con una, dos, tres botellas,
una para ella, para ahogar su vergüenza, y dos grandes para mí,
para hacerme olvidar la cosa que soy y el hombre que solía ser.
Para hacerme olvidar la marca del perro, mientras me agacho en este odioso lugar,
para hacerme olvidar que una vez encendí la luz del amor en el rosto de una mujer,
cuando aún la escuálida india sostiene mi negra desgracia.

¡Oh, he guardado bien mi secreto!
¿Y quién podría soñar mientras hablo en una lengua tribal como un villano sin colgar,
en medio de la suciedad y el hedor del rancho,
podría yo rodar a la cama con una frase en latín y levantarme con un verso en griego?
Aun fui un veterano premiado una vez, y el orgullo de ocho universidades,
llamado al bar, ¡mis amigos eran verdaderos!, pero no pudieron mantenerme derecho,
luego vino el divorcio, y me fui al extranjero y “morí” en el Río de la Plata.

Pero no estoy muerto todavía, aunque con la mitad de un pulmón no hay tiempo que perder,
y espero que el año me vea afuera y, gracias a Dios, a nadie le preocupará,
excepto tal vez a la pequeña y delgada india con la rosa de la vergüenza en su cabello.
Ella vendrá con el amanecer, y el amanecer está cerca, puedo ver su brillo maligno,
como la luz de un cadáver a través del vidrio escarchado en una noche de miseria y desdicha,
y allí viene junto a los sombríos pinos, precipitándose a través de la nieve.

traducción: Hugo Müller

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