El atávico
¿Qué estás haciendo aquí, Tom Thorne, en la cima blanca del mundo,
donde el viento tiene el corte de un cuchillo desnudo y las estrellas son de estoque afilado?
Aferrado a un borroso fuego de sauce, profundo en una bata de lince rizada,
tú, el único hijo de un Lord, Tom Thorne, ¿qué significa tu locura?
¡Vuelve a casa, vuelve a tus clubs, Tom Thorne! ¡a casa para tu vestido de noche!
A casa para tu lugar de poder y orgullo, ¡y la fiesta que te espera!
¿Por qué permaneces en soledad en el espléndido vacío,
recorriendo la tierra de los palitos siguiendo el rastro del caribú?
¿Por qué te has caído de la Tierra, Tom Thorne, fuera de nuestro conocimiento social?
¿Qué prueba tu profunda condena?, ¿cuál era tu negra desesperación?
Oh, con el ancho de un mundo en el medio, y años hasta contar diez,
si te cortan el corazón esta noche, Tom Thorne, ¡su nombre quedará marcado allí!
Y huiste lejos de la cosa llamada Paz, y pensaste que la encontrarías aquí,
en las vastamente esparcidas tundras púrpuras, y las montañas apiladas en blanco,
es una búsqueda espantosa y agotadora pero pienso que el final está cerca,
porque dicen que el Señor lo ha ocultado en el secreto corazón de lo Salvaje.
Y como muchos hombres saben, tú también sabes
que el corazón y los ojos son videntes y profundos,
con “algo perdido” que viene brotando de lo crudo, el rojo amanecer de la vida:
con dolor y pena te han mentido alevosamente, desde que del sueño abismal
el alma de la Edad de Piedra salta en ti, alerta para la vieja lucha.
Y si vienes a nuestro festín nuevamente, con su pompa, brillo y alegría,
creo que te sentarías solo sobre una piedra, Tom Thorne,
y verías en el ofuscamiento del sueño a un sol loco
incitando a las frenéticas llamas de las brillantes gemas de las nieves,
y un monstruoso buey de almizcle que abultaba negro contra el brillo rojo sangre.
Creo que verías combates en las orillas de los icebergs,
y tartamudearías, te detendrías y contemplarías
con un súbito sentido del vacío congelado, sereno, vasto y quieto,
y el doloroso brillo y el silencio del sueño, y el rastro de un oso blanco enorme,
y el deseo primigenio que surgió en ti cuando te levantaste para cometer tu crimen.
Creo que escucharías el llamado del alce toro y el rugido del río abarrotado,
y espiarías a los anfitriones a la sombra del caribú en la llanura brillante
y sentirías el pulso del Silencio, te pararías para regocijarte una vez más
al borde de las bostezantes vastedades que te llamarían en vano.
Porque creo que eres uno con las estrellas y el sol, y el viento y las olas y el rocío,
y los picos no pisados que tributan a Dios, y los valles inexplorados,
los hombres se remontan con alas, y entronan reyes pero
¿qué es todo eso para ti, sabio en los caminos de lo salvaje, y fuerte con la fortaleza de lo Salvaje?
Has pasado tu vida, te has ganado tu esfuerzo donde nunca cumplimos un rol,
has sostenido el trono del Gran Desconocido, has regido un vasto reino:
oero esta noche hay un nuevo y extraño rastro para ti, y te vas, oh, ¡corazón cansado!,
al lugar y descanso del Gran Inimaginable… al fin, Tom Thorne, al fin.
traducción: Hugo Müller