Adiós, Perro Loco

La renuncia del célibe secretario de defensa de los Estados Unidos, James “Perro Loco” Mattis, es fruto de una conversación telefónica entre Trump y Erdogan, en la cual abruptamente Trump decidió finalizar la política estadounidense en la región y retirar las tropas de Siria, de acuerdo con los sabuesos al tanto de las conversaciones de alto nivel. De este modo, y sorpresivamente, don Aldo cumple con una de las promesas que enarboló en la campaña, completando su faena al ordenar también el retiro de la mitad de las tropas de Afganistán.
Mattis fue a ver al presidente el jueves por la tarde en un último intento de hacerlo cambiar de opinión, argumentando que había que quedarse para apoyar a las milicias kurdas, que han tenido un rol relevante en eyectar a los combatientes de ISIS de territorio sirio.
Mattis escribió una carta de renuncia donde repetidamente se refiere a la importancia que tiene para la seguridad de Estados Unidos respetar a los aliados y confrontar a los adversarios estratégicos. Trump rebatió los argumentos de Perro Loco durante su entrevista de 45 minutos, ya había filmado un video en el jardín de la Casa Blanca donde anunciaba el regreso de las tropas y se lo mostró a Mattis. A éste le pareció una cagada, le ladró unas cuantas barbaridades y ordenó sacarle 50 fotocopias a su renuncia para hacerla circular por todo el Pentágono.
Los reportes de la charla entre Trump y Erdogan dan cuenta de cómo el presidente yanqui accede a varias demandas del líder turco y elogia sus consejos. Este es el último ejemplo de un patrón de conducta por el cual Trump tiende a valorar más las palabras de líderes autoritarios foráneos que los argumentos de oficiales y funcionarios connacionales. A pesar de dejar en Afganistán una fuerza de reserva de 7.000 solados, esto no satisfizo a los guerreristas y belicistas asesores que rodean al rubicundo presidente.
“Apenas los yanquis se vayan Turquía atacará de inmediato mediante un bombardeo aéreo y el apoyo de fuerzas blindadas. Miles morirán, miles serán desplazados y no tendrán refugio en Siria. Se irán a la frontera turca” aseveró David Philips, un ex oficial del departamento de estado y autor del nuevo libro La gran traición: Cómo Estados Unidos abandonó a los kurdos y perdió Medio Oriente. “Por más de tres años y medio, ellos han sido nuestras botas en el terreno y la punta de lanza en la recuperación de Raqqa. Phillips, ahora docente en la Universidad de Columbia, añade: “¿Quién va a pelear por nosotros en el futuro cuando lanzamos a nuestros aliados bajo el autobus?”
Los colegas de Mattis habían anticipado que estaba determinado a permanecer a pesar de las múltiples diferencias que tenía con Trump respecto de la salvaguarda de los intereses de las fuerzas armadas, y en palabras del ex empleado del Pentágono “quería servir a la Constitución”.
A continuación, fragmentos del intercambio telefónico entre don Aldo y el presi turco:
Trump: Y usted que está más cerca, ¿cómo andan las cosas con nuestros muchachos allí?
Erdogan: Qué quiere que le diga, presidente, ISIS está en un 99% derrotado. ¿Para qué siguen allí?
Trump: Un momentito, presidente.
Don Aldo consulta con John Bolton, su asesor más conservador, retrógado y recalcitrantemente antichino, antiiraní y antiruso. Bolton le susurra la respuesta que él luego aúlla al aparato:
Trump: La derrota tiene que ser duradera, estamos para prevenir la posibilidad de su resurgimiento…
Erdogan: ¿Qué hacemos entonces? A mí los kurdos me están rompiendo soberanamente las pelotas.
Trump: Ok, proceda.
Luego de saludar amablemente a su contraparte, Trump colgó, twitteó algo en referencia a su reciente decisión y le ordenó a Bolton que ultimara los detalles de la retirada con Ibrahim Kalin, ministro de defensa turco. Analistas y observadores consideran que a los kurdos les conviene alcanzar un acuerdo con Al Assad, y lograr cierta autonomía que les permitirá innovar y multiplicar sus tácticas guerrilleras.
Hay mucho lobby kurdo e israelí persistiendo en modificar la decisión de Trump, de la cual los pequeños contingentes inglés y francés en Siria se enteraron por contactos informales con colegas yanquis, quedando todos “culo para el aire”, como se dice en la jerga militar. Mattis había comenzado su gestión manteniendo buenas relaciones con don Aldo, quien admiraba su porte marcial y, sobre todo, su apodo de “Perro Loco”. Poco a poco, la relación se deterioró a medida que Mattis se resistió a varias políticas de defensa de Trump, incluida la prohibición de tener tropas transgénero, la creación de una fuerza espacial y la realización de un extravagante desfile militar en Washington, a la usanza de los desfiles del ejército francés en el Día de la Bastilla.
Mattis también hizo retroceder la iniciativa trumpista de abandonar la OTAN si los aliados europeos no gastaban más dinero en defensa. En su carta de renuncia revela que conserva una visión clara de quiénes son los buenos y malignos en la región, y que la ha alcanzado luego de cuarenta años de sumergirse en las guerras yanquis de Medio Oriente. “Está claro que el presidente no comparte más mis convicciones” –explicó. La carta se cuida de elogiar a su jefe.
La partida de Mattis shoqueó a las fuerzas trumpistas en el congreso. Mitch McConnell, líder republicano del senado, advirtió que la cámara sólo confirmará a un reemplazo que tenga los mismos puntos de vista de Mattis y respete la importancia de sus alianzas. Por su parte, Mac Thornberry, el jefe de la Comisión de las Fuerzas Armadas, expresó preocupación por la renuncia de Perro Loco, y dijo que reducir la presencia estadounidense en Afganistán y retirarse de Siria revertirá el progreso alcanzado, animará a nuestros adversarios y todos estaremos menos seguros.
De uno u otro modo, una medida de Trump para aplaudir que sólo puede traer buenas consecuencias para la convulsionada patria siria, representando una victoria más del impertérrito y audaz líder y presidente Bashar Al Assad, a quien ahora sólo le falta arreglar sus asuntos pendientes con Turquía e Israel.

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