Tranquilidad

Oh, si no fuera por mi esposa y el aumento de mi familia,
¡qué contento cerraría mi vida en la paz de un monasterio!
Conozco una isla dulce y perfumada donde los monjes viven en silencio,
y allí en serenidad iría y buscaría una celda.

Viviría a leche y comida de avena,
con zanahoria, queso y repollo,
los verdes que dan los pequeños jardines,
la generosidad de las abejas.
Entonces vendría la guerra, no lo sabría,
o sabiéndolo no me importaría:
ningún eco de un mundo de dolor me fastidiaría allí.

Y yo sería olvidado también, como me olvido de la humanidad,
leería a Shakespeare y la biblia,
criándome en silencioso pensamiento.
Contento con los pájaros, y los árboles
y flores maduras para encontrar en medio de las horas sagradas del monasterio,
la paz mental de Dios.

traducción: Hugo Müller

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