Mi pintura
Hice un retrato, puse todo mi corazón en él,
y todo lo que sabía de astucias del lienzo y el arte,
y de ternura y pasión verdadera.
Un maestro adorado vino a verla,
oh, era amable y gentil también.
La examinó con simpatía, y sintió lo que yo buscaba hacer.
El dijo: “Tu pintura es fresca y bonita, y podría alabarla sin cesar,
y aún un toque aquí y allá haría de ella una obra maestra”.
El tomó el pincel de mi mano, hizo un toque allí, otro allá.
Tan bien parecía entender y momentáneamente comenzó a verse mejor.
Oh, no había nada que pudiera decir,
y nada podía hacer.
Le agradecí, y siguió su camino, y entonces,
destrocé mi pintura.
Aunque su pincel con delicado cuidado
había hecho de mi pintarrajo una cosa divina,
¡Oh Dios! Lloré con amargura… No era mía, no era mía.
traducción: Hugo Müller