Mi consuelo
No, no necesito ayuda para escuchar, le dije a mi madrastra,
porque si la tuviera tendría miedo de tu eterna cháchara,
aunque a menudo me gritas permanezco imperturbable,
para decir la verdad no puedo distinguir una sola palabra.
Y es lo mismo con otros que intentan parlotearme,
escucho sus puntos de vista y solemnemente concuerdo.
Mis oídos son sordos como una piedra a las historias viejas y las bromas tontas,
cada día fallo al escuchar a una docena de estúpidos
Así el silencio que debería ser mi pena, es mi escape y escudo,
del discurso malévolo y el bajo consuelo,
mi sentido aural está sellado.
Y en mi acogedor catre de paz cierro la puerta.
Agradeciendo a los dioses por el rico alivio de los tontos y pelmazos.
traducción: Hugo Müller