Fruta madura

A través de una rendija observé el lanzamiento de la copiosa lluvia de confites,
su lozana alegría, la risa fuerte, porque el Carnaval es el Rey.
Detrás de su carroza caminé para obtener mi mezquina paga,
ellos rieron al ver mi monstruoso rostro: “Fruta madura”, los oí decir.

No me río: mi espalda se hunde,
no tengo corazón para la alegría,
sostengo en alto una bruja que ríe suficiente por mí,
una bruja espantosa que carga en una crapulosa pantalla
como dos peras mohosas asadas a la parrilla,
sus postres en una bandeja.

¡Fruta madura, oh, Dios!
Es el infierno pensar cómo
me he descarriado a través del vicio, los dados, la droga y la bebida
para hacer el sórdido payaso,
yo que sostuve la llave dorada para la fama operística,
debería roer la corteza de la miseria
y drenar las heces de la vergüenza.

¡Qué importa!
Me emborracharé como una cuba esta noche,
y estaré feliz de sentarme adentro de una taberna brillante,
una ramera en mi rodilla…
Así dejen que chillen los locos flautistas
y que suene el éxtasis:
soy fruta madura, sí, madurez podrida,
y el Carnaval es el Rey.

traducción: Hugo Müller

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