El hombre ciego
Afuera, en la noche un estampido, un rugido, un terraplén de luz,
una llama que salta como un látigo
abrasando mi visión para siempre,
afuera en la noche un destello, luego, oh, ¡la Noche para siempre!
Me siento aquí en la oscuridad,
yo que amaba tanto el sol,
flexible, fuerte y en forma,
en la oscuridad hasta que mis días estén hechos,
sí, esto es el infierno de ello,
valiente y veintiuno.
María es firme, verdadera, dispuesta a ser mi esposa,
jura que tiene ojos para los dos…
Sí, pero la Vida es larga.
¿Qué va a hacer un muchacho con su corazón y su mente en lucha?
Allí, ahora, mi pipa está acabada,
nadie me dará una luz,
ando a tientas alrededor.
Bueno, se acerca la noche,
el sueño puede resolver mi duda,
me ayuda a razonar bien…
(El duerme y sueña.)
Los escuché susurrando junto a la cama…
Oh, ¡los oídos de los ciegos son rápidos!
Cada palabra traicionera que decían era una puñalada de dolor y mi corazón se enfermaba.
Luego el labio encuentra al labio y ellos me miran,
sentados inclinados junto al fuego caído,
y se rieron al pensar que yo no podía ver,
pero yo sentí la llama de su deseo caliente.
El está ayudando a María a trabajar la granja,
un tipo apuesto, sobresaliente, dicen,
y me miran con mi brazo fláccido,
y la gordura de la pereza, y mi cara de arcilla,
me miran mientras me siento y permanezco sentado,
junto al fuego que raramente se enciende,
decaído y cansado de vivir todos los días,
cuando cualquier otro está afuera en el campo,
sembrando la semilla para un dorado rendimiento,
o esparciendo el heno recién segado…
Oh, el trigo brillante que trastorna al cielo,
pleno de oro y conservador de esperanza,
estoy viéndolo todo con mi ojo interior
mientras salgo por la puerta andando a tientas.
Y escucho a mi esposa y su amante allí,
susurrando, susurrando, alrededor del almiar,
burlándose de mí y mi mirada sin visión,
mientras trastabillo y me tambaleo por todos lados,
golpeando y toqueteando con mi bastón,
viejo y cansado a los treintaiuno,
corazón enfermo, deseando que todo esté hecho.
Oh, voy golpeando por mi camino alrededor del establo
y escucharé a las vacas mientras mastican su heno,
allí al menos no hay nada que fatigue,
allí al menos no estorbo el camino.
Y ellas me miran con sus ojos de terciopelo
y les acariciaré los flancos con mi mano de mujer,
y ellas me responderán con suaves réplicas,
y de algún modo creeré que ellas comprenden.
Y los caballos también, me conocen bien,
estoy seguro que se compadecen mucho de mi desgracia,
y el carnero grande y gordo con el cascabel…
Oh, las bestias son los únicos amigos que tengo.
Y mi viejo perro también, él me ama más, pienso, que nadie antes.
Agradezco a Dios por las bestias que son tan amables,
¡que conocen y se compadecen del ciego indefenso!
¡Ah! Ahí vienen, la pareja de amantes.
Mi mano se sacude mientras relleno mi pipa.
¿Qué si los tomo desprevenidos con una guadaña para matarlos, para matarlos…?
Lo haré… Están allí en la pila de heno, los escucho decir:
“¡El está fuera del camino!”
¡Escuchen! Cómo se besan y susurran…
Me arrastro cerca… me agacho… me levanto…
(El despierta.)
¡Uf! ¡Qué horrible sueño tuve!
Y no es real… ¡Estoy contento, estoy contento!
María es buena y es verdadera…
Pero ahora sé qué es lo mejor para hacer.
Venderé la granja y buscaré a mi tipo,
viviré apartado con mi compañero ciego,
y comeré y beberé, y reiremos y bromearemos,
y hablaremos de nuestras batallas, y fumaremos y fumaremos,
y haremos cepillos de cerdas para vender,
mientras uno de nosotros lea un libro en braille.
Y allí habrá música y baile también,
y buscaremos formar nuestra vida renovada,
y caminaremos por las carreteras tomados de la mano,
la Hermandad de la Banda de Ciegos,
hasta que los años al fin nos traigan respiro
y nuestra noche se pierda en la Noche Mayor.
traducción: Hugo Müller