Dios de mi infancia
Cuando era pequeño el Señor apareció en mi ojo mental,
un gigante gentil con barba que vivía en el cielo.
Pero pronto esa vasta visión se borroneó y se desvaneció al final
hasta que Dios fue sólo otra palabra que no podía comprender.
Envidio a aquellos de simple fe, que se inclinan y se arrodillan para orar,
que no dudan que la muerte divinamente dejará libres sus espíritus.
Oh, yo podría ser como tú y tú, dulces almas que rastrean la línea,
¡y que junto al oscuro altar adoran también a una Deidad divina!
¡Compañeros! En medio de las pasiones que espantan
pregunto con dolor amargo, ¿es Dios responsable por todo nuestro horror aquí abajo?
El hace al héroe y al santo, ¿pero también hizo al caníbal en pintura de batalla,
la ballena y la serpiente de cascabel?
Si creyera en Dios debería creer en Satanás también,
Uno la fuente de todo nuestro bien, el otro de nuestra ruina…
¡Oh, si pudiera ganar una segunda infancia!
Porque entonces podría, una vez más, ver aquella visión plena,
el Padre afectuoso en el cielo.
traducción: Hugo Müller