Alan García busca refugio en el país del mate y la marihuana libres

En un acto de cobardía de los tantos que ha llevado a cabo en los últimos años, el ex presidente traidor y mafioso peruano, ante su inminente detención por los infinitos actos de corrupción que protagoniza junto con varios ex mandatarios incaicos, solició asilo político en Uruguay, generando una ola de repudio en miles de peruanos indignados, que quieren que las causas judiciales avancen al compás del afianzamiento del presidente Vizcarra, que parece ha cogido la sartén por el mango, avalando el aprisionamiento de Keiko Fujimori, aliada del líder del APRA que es una deshonra para la memoria de Haya de la Torre. En efecto, varios militantes anticorrupción rodearon la residencia diplomática charrúa para insultar a García y pedirle a las autoridades uruguayas que deniegue tan abyecta solicitud.
Varios especialistas en relaciones diplomáticas deploraron la maniobra de García y subrayaron que el ex gobernante está involucrado en delitos de cohecho y lavado de activos, al igual que varios de sus camaradas, adoptando una estrategia ridícula para zafar de la justicia peruana. El mismo Ollanta Humala, que se bancó dignamente casi un año de encierro injustificado, aseveró que la pretensión de García es miserable y propia de su catadura carente de toda moral.
Los peruanos honrados, entusiasmados con los procesos judiciales que acabaron con la impunidad de varias élites proyanquis, confían en que el gobierno uruguayo negará el asilo, y varios funcionarios le han enviado misivas al tibio presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, para que no cometa el error garrafal de acogerlo. García se encuentra refugiado en la residencia del embajador, donde permanece pendiente de una decisión que le permita huir a la banda oriental, donde piensa dedicarse al tráfico de yerba y el cultivo de marihuana.

Vizcarra considera que Uruguay no concederá el beneficio, ya que los propios tribunales incaicos, históricamente, han sido excesivamente indulgentes con García, y hasta ahora sóle le prohibieron salir del país, en vez de aplicarle prisiones preventivas como se hizo con la mayoría de los involucrados en la gran causa de corrupción de Odebrecht, que tiene amilanada a toda la dirigencia política de América Latina y que ha logrado que el fascismo impere rampante en la mayoría de sus países. Además, avalaría que en Perú hay persecución política y una virtual dictadura, lo que deterioría las relaciones bilaterales.

Según el tratado interamericano de asilo, las personas inculpadas o procesadas como García, con prontuarios que dan cuenta del funcionamiento de sólidas estructuras mafiosas a través de los años, excluye a personajes de esta ralea de asumirse como “asilado o perseguido”. Incluso, el canciller peruano amenazó: Si le dan acogida retiraremos nuestro embajador de Montevideo y romperemos relaciones. No pueden ser tan cínicos de albergar a una escoria de esta naturaleza, que traicionó el ideario de miles de revolucionarios peruanos. García tiene que apechugar y enfrentar el veredicto de los tribunales de su país con la frente en alto, como lo hizo el mismísimo Abimael Guzmán.

El ex procurador estatal Antonio Maldonado aseguró que la cancillería peruana debe evaluar acciones multilaterales y definir una línea clara y firme, sin concesiones, contra ‘la pretensión canallesca de García’, que Uruguay debería rechazar de inmediato. Por su parte, Agustín Haya, exparlamentario y exfuncionario del último gobierno de García (2006-11), planteó que frente al pedido de asilo la fiscalía debe solicitar de inmediato la prisión preventiva del ex presidente, a fin de evitar una fuga disfrazada de asilo.

Juan Sheput, parlamentario oficialista, comentó que si Vásquez asila a García será cómplice de corrupción, mientras el legislador centrista Johnny Lescano exhortó a Uruguay a no desnaturalizar la esencia del asilo con un mal precedente, albergando a un tipo que es capaz de quedarse con toda su yerba mate y su marihuana experimental.

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