La calvicie de Oreja-mordida
Cuando oreja mordida Jenkins se enganchó a Guinneyveer McGee
sus cabellos fluidos, aún recogidos, se veían frívolos y libres,
pero en el viejo casino de Hymen es una cosa sorprendente,
sus fluidos cabellos desaparecieron como las bolas de nieve en primavera,
simplemente se marchitaron y se desvanecieron como las hojas en otoño,
dejando al viejo Oreja mordida más pelado que una bola de cañón lavada a blanco.
Ahora la señora de Oreja mordida Jenkins, que era Guinneyveer McGee,
es casi tan elegante como un diseño único hecho de los dos,
pero cuando los muchachos molestaban y sugerían que ella debía ser
influyente en la pérdida de su pelo, ¿para qué?
La señora de Oreja mordida Jenkins sólo se iba a despejar en el aire.
Ella dijo aquella noche “para demostrar la amorosa esposa que soy
he comprado una docena de botellas del bálsamo Anty-Dandruff de Bink.
Hará que tu cabello sólo brote y se ensortije como las ramas de la vid en el sol,
y estoy dispuesta a usarla hasta la última gota”.
Eso golpeó el costado divertido de Oreja-mordida, así que se acostó de nuevo y gritó:
“El día que levantes un pelo, vieja muchacha, obtendrás mil dólares”.
Ahora, no importa si fue el precio es muy duro decir
que Oreja-mordida no parece haber tenido demasiado confort desde aquel día.
Con botellas de aquella droga dandruff ella siguió hasta sus talones,
y la esparció y lo masajeó aún cuando comía.
Ella lo despertaba de su sueño hermoso con ternura, cuidado cariñoso,
y frotaba y fregaba asiduamente pero nunca encontró una señal de pelo.
Bueno, naturalmente todos los muchachos pronto cayeron en el chiste,
y en el runrun social era el frío Davis que hablaba:
“La pequeña mujer está trabajando prodigiosamente duro en la corona de Oreja-mordida,
démosle por una tasa de tres quintos un descuento de cien dólares.
Nos paramos para hacer quinientos netos, muchachos, tomen el whisky derecho:
‘El Sindicato de Propagación Hirsuta de Oreja-mordida Jenkins”.
Los muchachos estaban encendidos, y pronto astillaron el polvo necesario,
prepararon un comité para negociar el asunto,
entonces la señora Jenkins se inclinó, estando disgustada,
y todo estaba señalado y atestiguado, e investido con un sello.
Rodearon al viejo Oreja-mordida y rompieron lo que hicieron,
permitiéndose comprar una acción en su chance de recuperar cabello,
tiraron su sombrero ansiosamente, abriendo una por una sus lentes de ampliación
mostraban finos proyectos por todos lados.
Compraron Hairlene, Thatchem y el jugo capilar de Jay,
y algo de Siete Hermanas y Macassar y Bay Rum,
y cada uno insistía en su justo derecho al lavado,
su justa línea de loción a colocar en el cráneo de Oreja-mordida.
Sólo obtenían la mayor diversión cuando el hombre viejo más aullaba,
y las acciones de “Hirsuto Jenkins” escalaron al cielo en los tableros.
El sindicato tenía la esperanza de que habían demostrado el pago,
y la señora Jenkins trabajó en su forma perseverante.
Los muchachos discutieron sobre “derechos de superficie” y “cosechas” y términos semejantes, y planearon examinar toda su calva y tomarle huellas.
Corrieron por una línea de base, surcaron el canal y gritaron y todos estaban contentos
excepto el equilibrio de la propiedad, y él estaba loco.
“Me da pena” –interfiere él- “aplastar tu sueño resplandeciente,
pero estuvieron tontos cuando lo tuvieron en este esquema ‘Hirsuto’.
Jamás levantarán un pelo de mí”, cuando he aquí aquella noche,
preparándose para retirarse tuvo una muy desagradable carga:
porque en aquel domo brillante de él, tan prominentemente desnudo,
sintió el retoño bebé de un segundo crecimiento de cabello.
¡Mil dólares, César sufriente! Bien, ¡deben ser ahorrados!
Agarró su navaja imprudentemente y afeitó, afeitó y afeitó.
Y cuando su cabeza estuvo suave nuevamente da un poderoso suspiro
y se escapa, y compra Destructor de Pelo furtivamente.
Así estaba la señora Jenkins librando la lucha del “Restaurador”,
y Oreja-mordida con el Destructor rodeándola a la noche.
La batalla fue poderosa, sus nervios estaban en el esfuerzo,
y aún a pesar de todo él hizo que aquel cabello comenzara a ganar.
La situación se puso intensa, así silenciosamente un día
él hizo trastabillar a sus accionistas y realizó su escapada.
Como un criminal se salteó y apuntó a desfalcar
el Sindicato de Propagación Hirsuta de Oreja-mordida Jenkins.
Su secreto culpable lo quemó y buscó el estrépito de la ciudad:
“Tengo que conseguir una peluca para cubrir mi pecado” –dice.
Está creciendo, creciendo noche y día, su más asombroso cabello”,
Y cuando lo miró aquella noche se estremeció con desesperación.
Se estremeció y soltó un grito ante lo que veían sus ojos,
porque en mi palabra de honor, muchachos, aquel pelo estaba creciendo verde.
Al principio creyó que podía obtener tintura y teñirlo negro,
y entonces vio que era Némesis que le estaba siguiendo el rastro.
El sólo debía enfrentar la música y confesar lo que había hecho,
y pagar a los muchachos y Guinneyveer el dinero que habían ganado.
Y entonces le vino una gran idea, lo sacudió en una conmoción:
¿Por qué no controlar el Sindicato comprando el stock?
Y entonces al día siguiente se apuró de regreso con la cabeza bien afeitada
y por cuatrocientos dólares compró el sindicato.
Fue una poderosa y frenética finanza y los muchachos establecieron un rugido
pero “Hirsutos” fue sacado del mercado para siempre.
Y hasta este día en Nuggetsville cuentan
la historia de cómo el astuto sindicato fue vendido demasiado pronto,
y Oreja-mordida dio vuelta el truco.
traducción: Hugo Müller