Sobre el parapeto
Todo el día cuando los proyectiles salen a navegar
me paro en las bolsas de arena y tomo mi oportunidad,
pero a la noche, a la noche soy un pirata imprudente
y sobre el parapeto brilla Romance. ¡Romance!, ¡Romance!
Así como lo soñé, escribiendo viejos registros espantosos de dinero y mercado,
yo, con mi cabeza arrogante de lucha y la sangre de vikingos estremeciendo mi corazón.
Pero apenas pensé que había llegado mi tiempo,
de súbito y espléndido, supremo y pronto,
y aquí estoy con las balas zumbando mientras me arrastro y maldigo la luz de la luna.
Afuera solo, sediento de aventura, afuera en la misteriosa Tierra de ningún hombre,
inclinado con los muertos cuando estalla un proyectil en forma de estrella,
llamaradas en los horrores sobre cada mano.
Hay estrellas de rubí y gotean y se menean,
y los pastos brillan en una luz de rojo sangre,
hay estrellas de esmeralda, y sus colas y meneos,
y espantosamente brillan en la cara de los muertos.
Pero lo peor de todo son las estrellas de blancura,
que se derraman en un charco de llamas nacaradas,
bellas como gemas en su brillo plateado,
y grabando a un hombre como objetivo de una bala.
Aún, oh, es grandioso estar aquí con peligro,
aquí en lo sobrenatural, oscuridad preñada de muerte,
en la pastura del diablo un sigiloso guardabosque
cuando la luna se oculta decentemente. ¡Escuchen!
¿Qué fue eso?, ¿fue sólo el estremecimiento de un viento espeluznante o una mano húmeda?
¿el crujido del pasto o el temblor pasajero de uno de los fantasmas de la Tierra de ningún hombre?
Los fantasmas se despiertan sólo por las noches,
y farfullan y murmuran cosas horribles,
porque cada pie de esta zona abandonada de Dios
está impregnado de algún horror. ¡Ugh! ¿Qué fue eso?
Se sintió como una gelatina, ese montículo aplanado en la hierba ruidosa,
ustedes, tres ratas corriendo libres de su vientre,
¡fuera de mi camino y déjenme pasar!
Pero si hay horror hay belleza, pregunto,
las luces de la trinchera brillan y juegan los cohetes.
Aquella corriente de magnífico naranja allá es una batería flameante a millas de distancia.
Con impulso y un canto pasa un enorme proyectil,
los rifles resentidamente pleitean y vacilan,
y aquí me agacho en los pastos empapados de humedad
y veo y escucho y lo amo todo.
¡Dios! ¡Qué vida! Pero debo apurarme ahora
antes de que se desperdicie la ventana de la noche.
Es escaso el tiempo que queda para gastar ahora,
si hago el trabajo para el cual fui enviado.
Mis bombas están bien y mis tijeras listas,
y me escabullo al lugar escogido cuando escucho un crujido…
¡Firme!… ¡Firme! ¿A quién estoy mirando y abofeteo?
Allá en la oscuridad puedo escucharlo respirar, a un pie de distancia,
tan quieto como la muerte, y mi corazón late fuerte
y mi cerebro está hirviendo y sé que es un alemán por el olor de su aliento.
Entonces: «¿Te rendirás?» susurro roncamente
porque es la muerte, veloz muerte para pronunciar un grito
“¡Inglés, cerdo, perro!” murmura toscamente.
“Entonces pelearemos en la oscuridad” digo yo.
Asi que nos agarramos, nos deslizamos, luchamos y viajamos,
allí en el canal de la Tierra de ningún hombre,
y sentí mis uñas en su nido de tubos de viento,
y él trata de arrancar algo pero muerdo su mano.
Y él trata de chillar pero lo aprieto más fuerte:
“Ahora” digo, “puedo matarte fácil pero dime primero, tú, ¡sinvergüenza teutón!, ¿tienes hijos?
El contesta: “Nein”.
¡Nueve! Bueno, no puedo matar tamaño padre,
así que le ato las manos y lo dejo allí.
¿Termino mi pequeño trabajo? Bueno, casi,
Y vuelvo a casa seguro con alguna luz sobrante.
¡Qué bueno!, porque de día es sólo obligación prosaica,
haciendo la misma vieja canción y baile,
¡pero oh!, con la noche –diversión, gloria, belleza: sobre el parapeto-
¡Vida, Romance!
traducción: Hugo Müller