Sin fiesta de corbata

Un prisionero habla:

 

Mayoría de veintitres[1],

enfrenté al jurado con regocijo y alegría,

porque no soy un tipo afortunado,

ya no más colgado, no más capas,

un “vividor”, sí, pero sé bien que en quince años me dejarán salir,

porque seré piadoso en mi prisión,

canto con gusto: Cristo se ha elevado,

serviré los libros de himnos los domingos,

barreré la capilla y la limpiaré los lunes,

seré tal modelo de presidiario que en quince años me dejarán libre.
Mayoría de veintitres, me ayudastéis a engañar el árbol de las horcas.

Tengo veinte ahora, a los treintaicinco,

¡cómo me reiré de estar vivo!, de saltar al mundo nuevamente,

y bendecir a los tontos mal llamados “humanos”,

quien dice que el patíbulo es un error y todo eso,

a los treintaicinco me dejan partir,
andrajoso navegaré a través del mar,

un asesino insospechado y libre,

para cambiar mi nombre,

para medrar oscuramente por el golpe o la estafa a los treintaicinco.

¡Oh, oscuridad silenciosa y bosque bestial,

donde con mis manos ensangrentadas me detuve!
¡Oh, la pobre niña que violé y maté!

Si hubiese sido vuestra, ¿me hubiéseis perdonado y dejado libre,

mayoría de veintitres?
Aún así con el voto solemne de vuestra voluntad

no debería morir aunque he matado,

si bien no mostré piedad alguna,

en misericordia me dejarán partir.
El que mata y no paga por ello, debe vivir para matar otro día.

[1] Por una mayoría de veintitrés la Cámara de los Comunes votó la abolición de la pena de muerte.

 

trad. HM

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