Guatemala muerta de hambre y asqueada de corrupción

Muchos guatemaltecos murieron de hambre en los últimos dos años, en medio del descubrimiento de todo tipo de actos de corrupción de la alianza gobernante, caracterizada por su tragicómico estilo circense. Ante los reclamos de las masas, salen hombres encorbatados o con camisas blancas impolutas a explicar que no hay recursos y que van a ver qué se puede hacer. Las respuestas de las autoridades son siempre negativas o inexistentes. Entretanto, el circo acumula toda clase de fenómenos, desde la concupiscencia de Jimmy, acusaciones de que opera fuerzas parapoliciales, a las miles de estafas y robos que está estudiando la CICIG, la Comisión enviada por la ONU para ver si puede poner un poco de orden en el descalabrado país centroamericano.

La oligarquía criolla y la burguesía neoliberal, los militares genocidas y corruptos, los narcotraficantes y la mal llamada “comunidad internacional” (entiéndase por este término, básicamente, imperialismo yanqui), procuran acomodar las cuestiones políticas a su gusto, propiciando elecciones donde nuevamente competirán conservadores y liberales, herederos de la falsa independencia de 1821, ya que hasta el momento en ningún instante de la historia, salvo en la efímera gestión de Jacobo Arbenz, Guatemala fue libre. Más bien ha sido esclava y su vida social tiene todos los atributos de una urbe colonial, como si hubiese quedado paralizada en la época del dominio español, como si el terremoto de Antigua hubiese congelado la dinámica política de la nación, postrándola en un status incluso precolonial.

Claramente, el derrotero de los países centroamericanos no responde a caprichos del destino, sino que es producto de una mezcla escabrosa entre las acciones planificadas en Washington y lo que pueden hacer localmente ideólogos de la liberación. Básicamente, Estados Unidos quiere controlar su patio trasero, interviniendo de manera descarada en todos los países de América Latina, ya haya gobiernos amigos en el poder, o bien haciendo golpismo y persiguiendo a quienes se oponen a su dominio y hegemonía. Y en este escenario, intenta evitar por todos los medios que la crisis guatemalteca derive hacia un gobierno afín con los de Nicaragua y El Salvador, que han avanzado notoriamente en sus vínculos con Rusia y China. Actualmente su mayor preocupación –y obsesión- es lograr la caída de Maduro, y está apostando su fuerza y su inteligencia para que eso ocurra antes de fin de año. Sólo está levemente inquieto por los cambios que puede introducir el nuevo gobierno mexicano de AMLO en sus políticas públicas y su relación con los vecinos, manteniéndose alerta y pronto a desestabilizarlo apenas muestre signos de amistad hacia los líderes populistas.

Lo cierto es que el combate a la corrupción patrocinado por la CICIG y el MP (Ministerio Público) ha proporcionado resultados muy endebles. En nada se ha avanzado y Jimmy se mantiene impune de sus crímenes, al igual que la mayoría de sus funcionarios. En nada se ha alterado el podrido sistema político y económico guatemalteco. El crimen organizado continúa enraizado en la estructura del Estado.

Así se despliega una realidad contradictoria: a la vez que se asume que Guatemala no puede tolerar más la corrupción y la impunidad, el país se encuentra gobernado por los más grandes corruptos de la historia. Al calor de las vuvuzelas muchas organizaciones y movimientos sociales han tomado las plazas y parques pidiendo larenuncia inmediata del presidente, por lo cual recibieron y reciben una dura represión y persecución judicial. El resto de la población es sumamente ignorante o directamente tienen un alma mezquina y enferma que los lleva a votar por sus verdugos. La agitación y revuelta de los oprimidos amenaza mantenerse hasta la finalización del mandato de Jimmy sin hacer mella en su gobernabilidad. Si el conflicto social no deriva hacia formas de organización que le permitan al pueblo manifestante tomar el control del Estado, que por derecho le corresponde, las cosas continuarán de mal en peor, de Guatemala a Guatepeor. La situación sólo cambiará con una segunda revolución, y una segunda independencia.

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