Retirado
Cuando era joven solía cantar a la alegría de la holganza,
pero ahora soy gris, sostengo mi lengua
francamente para confesar que si no tuviera trabajo para hacer
estaría aburrido hasta la muerte,
así que debo trabajar hasta que acabe con este asmático aliento.
Donde otros perezosamente se criarían,
suplico por pequeños quehaceres,
pelar papas, cortar madera, y aún fregar los pisos.
Cuando pueda ser mínimamente útil,
estaré contento como un muchacho,
lavar platos es una bendición para mí,
y lustrar botas una alegría.
Los jóvenes me dicen: “Abuelo, por favor,
no seas tan manual,
tú ciertamente te has ganado tu alivio,
¿por qué no descansas un rato?»
Digo yo: tendré un montón de descanso en mi cajón sepulcral,
así que ahora, por favor, déjenme hacer lo mejor para justificarme”.
Porque uno debe esforzarse o morirá,
y el trabajo es nuestro amigo más querido,
Dios lo entiende así, y es por ello que trabajaré hasta el final.
Le agradezco al Señor estar lleno de frijoles,
déjenme manejar una azada,
y me pondré mi pantalón jardinero
y ayudaré a crecer a los frijoles.
Traducción: Hugo Müller