La balada de Ben, bota de goma
Era un viejo explorador con una visión nublada y oscura.
Me preguntó por una provisión, y lo mismo le pregunté a él.
Sugirió de un tesoro oculto, y cuando arrogante cuestioné su veracidad,
ésta es la historia que él contó.
«No busco la veta de cobre ni el polvo amarillo,
para obtener ganancias no me inclino a molestar a la corteza congelada,
dejo que los brutos encuentren la escoria dorada, porque otra es mi marca,
oh, gentil juventud, ésta es la verdad, voy para buscar el Arca”.
«He explorado el lecho de Pelly, he explorado el Blanco,
he recorrido Nordenscold desde la mañana a la noche por el amor al oro,
lejos y cerca por muchos años conduje la salvaje estampida,
hasta que descubrí que toda mi búsqueda era vanidad y codicia”.
«Luego arribé a una tierra que sabía que ningún hombre jamás había visto,
una tierra demacrada, tristemente atravesada por montañas magras y lacias,
las brujas decían que estaba llena de espanto, de humo y fiero aliento,
y ningún hombre se atreve a poner un pie allí por miedo al dolor y la muerte”.
«Pero yo era totalmente intrépido, estaba tan descuidado y solo,
día tras día hacía mi camino hacia la tierra desconocida,
noche tras noche junto a la luz del fuego de mi campamento me acurrucaba en pensamiento solitario,
oh, gentil juventud, ésta es la verdad, no sabía lo que buscaba”.
«Me levanté al amanecer, deambulé por allí.
Es de algún modo grandioso y delicado estar solo
y sostenerte en la vastedad de Dios de aquella impresionante tierra,
vino el dolor o el bienestar, es bueno sentir cientos de millas
entre las pisadas que osaste dar y los caminos donde han estado los pies de los hombres”.
“Y entonces recayó sobre mí un hechizo que me paralizó.
La tierra estaba quieta, extraña y fría, cavernosa y vasta,
y triste y muerta, aburrida como plomo, los valles perseguían a las nieves,
y a lo lejos y a lo ancho, a cada lado del paísaje se erigían picos cenicientos”.
“La luna era como una estaca que aguijoneaba el cielo atravesándolo,
las pequeñas estrellas titilaban, guiñaban y saltaban en vastitudes de azul,
y hacia mí como compañía vinieron criaturas de la sombra,
y se formaron en anillos y susurraban cosas que me atemorizaban”.
«Y aunque pueda parecer extraño, nacía en mí la idea de que aquella tierra había vivido por mucho tiempo,
y que los hombres se arrastraron, asesinaron y durmieron donde ahora trabajan por oro,
a través de las oscuras junglas el mamut adusto había buscado el pantano cenagoso,
y en su recorrido, inclinado totalmente hacia la espalda había arrastrado a los hombres melenudos”.
«Y más aún, extraños hechos de antaño acaecieron en este lugar muerto.
Me asaltaban, tan salvaje y libre vagaba de sol a sol,
hasta que llegué a una llama repentina que iluminaba las terrazas de una altura,
un pico reinante que parecía buscar la corona de la noche”.
“Escalé el pico, mi corazón estaba débil, aún así continuaba presionándolo.
Me esforcé hacia el cielo hasta que gané su deslumbrante cresta plateada,
Y allí encontré, con todo un mundo supino y espantoso alrededor,
barrida y limpia de nieve, una meseta plana, y sobre ella estaba el Arca”.
«Sí, allí, lo sabía, de dos en dos las bestias desembarcaron,
y así apurado corrí y busqué las cartas en el Arca,
mi nombre humano, el mismo Ben Smith. Y ahora quiero flotar
un sindicato y transportar y fletar aquel noble bote a la ciudad”.
Lo encontré después en un bar y le hice un divertido comentario
sobre el viejo minero y una oportunidad en el Arca.
Me miró con reproche, cómo sólo los bebedores pueden hacerlo,
pero cuando dijo que yo no podía repetirlo, era un hombre viejo y malvado.
traducción: Hugo Müller