Atroz genocidio árabe-israelí-yanqui en Yemen
Ya van tres meses que los supersónicos saudíes vienen bombardeando la bella Hodeidah. La información sobre los horrores ocasionados apenas se difunde en los medios occidentales. Lo único cierto es que los Emiratos, que lideran la coalición en esta específica batalla, se equivocaron cuando auguraron una victoria fácil, rápida y segura. El aeropuerto hoy es zona de guerra, y varios comandantes de la resistencia hutí colgaron en sus redes sociales videos que demuestran que están lejos de rendirse al fuego y la barbarie de los jeques, apoyados por Estados Unidos y la complicidad de Israel, experto en exterminios como el que está llevando a cabo en territorios palestinos.
Lo más pavoroso de la estrategia saudí es que sus ataques tienen como objetivos hospitales y escuelas. El de ayer destruyó el hospital de Al-Sura, además de 80 muertos y más de 200 heridos, la mayoría mujeres y niños. Anteriormente lanzaron armas tóxicas contra la sala de coordinación de socorro del hospital de Al-Thawrah. Tres mil hodeidanos huyen por día a campamentos de desplazados donde son sometidos a toda clase de vejámenes. De todos modos, las principales carreteras de salida están cortadas y amenazadas por los combates que se disputan las rutas de avituallamiento.
Hodeidah es el principal puerto yemení en el mar Rojo, y tiene 600.000 habitantes. Es una ciudad con un calor agobiante, un inmenso movimiento comercial, un puerto burbujeante y calles animadísimas. Por aquí ingresa el 90% de las importaciones y el 80% de la ayuda humanitaria (comida, medicinas, combustible) que demanda el país devastado por tres años de crueles bombardeos saudíes (con el aval de Estados Unidos y el asesoramiento sionista).
Lisa Grande, la coordinadora humanitaria de Naciones Unidas para Yemen, advirtió cuando el asalto era inminente “que en el peor caso, un asalto prolongado, tememos que al menos 250.000 puedan perderlo todo, incluso sus vidas”. No hay que olvidar que Yemen sufre la peor crisis humanitaria actual del planeta, con millones de personas hambrientas. En este contexto, el Consejo de Seguridad encabezado por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia rechazó una resolución de Suecia llamando a un alto el fuego mientras se encuentre una solución negociada al conflicto.
El Comité Internacional de la Cruz Roja ha recolectado comida, medicinas, sistemas para purificar agua, pero el problema es que no se consigue una maldita tregua, y el asalto del verdadero y único Eje del Mal (Arabia-Israel-Estados Unidos) se intensifica en su magnitud destructiva. El ejército de Emiratos Arabes Unidos lidera el asalto. Las armas de última tecnología que utilizan apuntan a barrios que quedan atrapados entre los escombros. Por la información que se difunde en la TV local, se tomó conocimiento de que el ejército del gobierno de Hadi, el único reconocido por la “comunidad internacional” (esa cuyo Consejo de Seguridad es el máximo responsable del desastre), es inexistente. La ofensiva está liderada por 1.500 militares de Emiratos y 7.000 mercesarios sudaneses al servicio de los petrodólares saudíes. Se desconoce cuántos soldados tiene desplegados el gobierno de facto de Sanaa en la batalla, pero se calcula que los hutíes cuentan con 100.000 bravos combatientes en todo el país.
Las negociaciones para detener el asalto a Hodeida parecen vanas, como las realizadas para que los ricos acepten nuevos impuestos a la riqueza. Jim Mattis, Perro Loco que peleó en Afganistán y es secretario de defensa de los Estados Unidos, le confesó a sus aliados árabes cuando fueron a pedirle ayuda que el asalto podía convertirse en una pesadilla. Al menos en esta oportunidad, su reflexión parece sensata.