Croacia, Vida y penales
Todos lo elogian. El maestro Tabárez, los japoneses, los panameños y marroquíes. Particularmente los eliminados en la primera ronda se fueron contentos. Ligaron un viaje inolvidable a Rusia, un país víctima de sanciones económicas, del acoso de la OTAN y las maquinaciones desestabilizadoras de la CIA, pergeñadas sobre todo desde la Ucrania entregada a los nazis amigotes de los yanquis, devenidos en grandes empresarios chocolateros, como muchos suizos que se fueron tristes también con su equipo de rústicos albanos cuyo saludo hizo las delicias de los espectadores recelosos de la mafia y la hipocresía de la FIFA, que aún está investigando los hechos, con sus VARs y sus reformas para erradicar una corrupción inagotable.
A pesar de todo ello, la organización fue impecable y los arbitrajes pasables, salvo los robos descarados a Irán, Senegal y Colombia. El pueblo ruso se comportó de manera maravillosa y demostró una hospitalidad encantadora. Recibieron a los extranjeros con amabilidad y la esperanza de poder copiarles modas y costumbres. Putin se regocijó con los partidos y la actuación de su selección, eliminada por penales en un encuentro fantástico con Croacia. En aquella ocasión no pudo acompañar en el palco a la presidente del país balcánico, y observar sus tetas maravillosas de rubia infartante.
Los hoteles contaron con personal siempre dispuesto a satisfacer las solicitudes de los cabecillas de todas las delegaciones. El transporte funcionó en forma mecánica y ejemplar, los hinchas se comportaron decentemente, y asumieron la derrota con litros de vodka y cerveza, sonrisas y expectativas de que en Qatar 2022 tendrán la oportunidad de mejorar lo conquistado en terreno propio. El director técnico, militar y ex jugador, arengó a la tribuna y propinó unos cuantos gritos a sus propios jugadores para que llegaran a un empate heroico en tiempo suplementario. No alcanzó, y esta vez no habrá fusilados en campos de concentración stalinistas ni enviados a Siberia. No se le concedió oportunidad de crítica a comunistas renegados ni a escritores desertores. Los opositores al régimen putinista permanecieron más sombríos que Messi el día de la eliminación argentina.
Balalaikas, recitales, fan centers, ciudades renovadas y pujantes, antiguas y elegantes, portentosas y baratas al bolsillo del turista futbolero. La camaradería entre los pueblos predominó y hasta ahora se desconocen incidentes mayúsculos, más allá que una u otra golpiza en los subtes y alrededores de los estadios. Al Qaeda no cumplió con su promesa de aguarle la fiesta al líder ruso. Todavía queda una semana, es cierto, pero con un mundial que dirimirán equipos europeos llenos de inmigrantes traficados por sus talentos con el balón. No le tenemos fe a Croacia por su catolicismo desaforado y sus costumbres de masacrar pueblos indefensos. Además viene con un desgaste importante, habiendo llegado a la semifinal por dos victorias consecutivas a través de los penales. Ellos sí tienen jugadores étnicamente puros, menos dotados pero más perseverantes, al punto de que el héroe en el partido con los locales se llama Vida, y es un rústico defensor que en Argentina difícilmente sería aceptado para jugar en la primera de JJ Urquiza.