Estaba cantado, Argentina

Las noticias se reproducen a pesar de los esfuerzos de trolls y asesores de imágenes por ocultar una realidad que se aproxima a la hecatombe. En Maldita Realidad se anunció desde el primer segundo de la asunción de Mauricio Macri como presidente. Irremediablemente está desembocando en un estallido social similar al 2001, aunque con consecuencias mucho más graves, e implicancias propias de su «gobierno delincuente» que ha desquiciado el país. Corridas cambiarias, devaluación violenta, tarifazos, fuga de capitales, transferencia ingente de dinero de las clases pauperizadas y medias hacia un grupúsculo de ricachones amigos del presidente, y su equipo de los sueños de CEOs. Escándalos por doquier en todas las áreas de gobierno, cooptación de los medios de comunicación y censura a los insumisos. Colonización de la justicia, y manejo a su antojo de diversas causas para encarcelar y diezmar a los opositores. Desarticulación de programas sociales y subsidios. Robo tras robo, guarangada tras guarangada, desquicio más desquicio, sumatoria de actos viles y abyectos que sólo incrementaron las cuentas de la elite millonaria que lo banca, entre ellos los fondos buitres y célebres lavadores de dinero (él en eso es el número 1), ahora renovada con el crédito solicitado al FMI, donde ha hallado una nueva fuente para apoderarse de tesoros públicos mientras le ruega a la población que ahorre energía, que aguante que se viene un porvenir maravilloso. El problema es el presente: la puesta en práctica del «cualquiercosismo», su modo de gobernar una nación como si fuese su estancia privada. El está convencido que todos los argentinos son empleados suyos, cuando en verdad son sus desempleados. Las innumerables mentiras e invenciones del Indec y de los ministros no se las creen ni su parentela. Incluso está pensando en suspender su viaje a Rusia para presenciar el mundial, lo que implica una mácula para su ego de futbolero idiota. A pesar de las miles de causas y motivos para iniciarle juicio político la mayoría de los legisladores ponen cara de nada y sueñan con que todo está bien. A pesar de todo lo que mencionamos, y a lo que no nos queremos ni referir, como el hundimiento del ARA San Juan, el negociado del Correo, las cuentas offshore y maniobras para apropiarse de las empresas estatales y perjudicar a los trabajadores en todo lo que le resulte posible, desde una inmensa caída salarial a la quita de derechos, habiendo incluso proyectos para cobrarles el aire que respiran en sus lugares de trabajo -a pesar de todo eso, decimos, se sigue marchando al abismo, seguros como Nikki Lauda antes de incinerarse el cuerpo. Fueron muy estrepitosas sus medidas, excesivamente salvaje su gestión, y nunca reparó en que se ha equivocado siquiera un poquito. Sus asesores lo protegieron y encubrieron arguyendo incluso que se trata de un nuevo Mandela, la esperanza blanca de la Argentina oligárquica y reaccionaria, la vuelta de la mentalidad milica al poder. Su argumento para explicar la situación fue siempre «lo peor ya pasó», como le dice un violador a su víctima mientras la está penetrando por todos lados. Maradona lo sintetizó en la frase «la tenés adentro». Es eso en verdad lo que Macri debe decirle al pueblo argentino, pero el cheto de la papa en la boca no tiene vergüenza y jamás se animaría a avivar a las fieras. Apenas puede balbucear «esa te la debo», y encima canchereando. Se dio el lujo de decirle «pelotudo» a Luis Barrionuevo,  premiándolo con el cargo de interventor del Partido Justicialista. Usó y abusó de todos los chupamedias asqueantes, como Urtubey o Luis Juez, para sostener su imagen de empresario «piola y exitoso». Tuvo el tupé de premiar a su fonoaudióloga y asignarle un cargo público sin que haya mejorado en nada su deficiente dicción. En las presentaciones públicas se lo ve cada vez más pálido y desencajado, como si algo no estuviera funcionando bien en su estómago de terciopelo. Su gabinete casi no lo movió, y es peor que el del doctor Caligari. Todos tuvieron sus escándalos y sus robos personales, todos se mandaron cagadas que empujaron al país al precipicio al que se dirige. Ni siquiera necesitó meterla presa a Cristina Fernández, como su par Temer en Brasil, que tiene engayolado a Lula por órdenes del Departamento de Estado (de Washington). Le alcanzó con disciplinar a la población apresando líderes sociales como Milagro Sala. El desastre que implementó «Mauricio» desde que bailoteó en el balcón de la Rosada al ritmo de la popular y extinta cantante de cumbia Gilda no va a poder ser pagado por el pueblo argentino. A los afortunados que aún tienen trabajo su salario no les alcanza para pagar las cuentas mínimas del diario vivir. El enojo y la ira popular por ahora se canalizan en un cantito que sólo propone que la mamá del responsable era prostituta, cosa que está alejada de la realidad. La paciencia es una virtud sólida pero si cuando llega la hora del escarmiento no se convierte en violencia desencajada y ajusticiamientos por tantos delitos flagrantes cometidos en el ejercicio de la primera magistratura, en otros términos, si no se lo cuelga de las bolas como a Mussolini, todo habrá sido en vano y esta nota sólo servirá como una sencilla descripción de lo ocurrido en Argentina desde el 10 de diciembre de 2015 hasta la actualidad, triste, en la que un puñado de perejil supera los 100 pesos, y los pobres generados por el macrismo deambulan por las calles tratando de otorgarle algún sentido a su caída en desgracia.

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