Ser kurdo progre no garpa en Turquía

por Máximo Redondo

“El horno no está para bollos” –dice Abbas Tuncay, un joven kurdo que nos invitó a Amed, a conocer la maldita realidad que atraviesa el pueblo kurdo en territorio turco.

La persecusión y hostigamiento de la policía y las bandas de “paisanos” que ejecutan las órdenes de Erdogan buscan la muerte y el aniquilamiento de la cultura kurda, pulverizar cualquier intento de resistencia a sus flagrantes violaciones a la dignidad de los kurdos y kurdas.

Llegamos a Turquía munidos de una identidad falsa, en la que consignaba una profesión muy común que en este país puede pasar desapercibida: vendedor de gafas y bijouterie.

-Si ponías periodista se te iba a complicar. Es una actividad de alto riesgo aquí, casi tanto como en México, donde los matan como moscas, en vivo y en directo –dice Tuncay.

-Y si además simpatizas con la izquierda y enfrentas las injusticas de las mafias y elites en el poder, te podes llegar a asegurar unas buenas sesiones de tortura –añade Briska, la novia de Abbas, integrante de Dayîkên Aşîtîyê, una agrupación de jóvenes luchadoras que buscan la paz devolviéndole al enemigo los golpes que asesta en forma continua a las comunidades kurdas.

-Veo que ser un periodista crítico del gobierno es jodido y riesgoso –asevero al enterarme de los miles de casos de represión y censura a la prensa protagonizados por esbirros del presidente turco.

Hojeo y reviso los principales periódicos y medios de comunicación que se pueden captar en Ankara y no logro detectar ni un solo cuestionamiento a las políticas públicas de Erdogan. Nadie refleja el descontento de los oprimidos. La mayoría son amarillistas y se detienen en los aspectos superficiales de los grandes temas de la nación. Ninguno es conciente del destino incierto hacia el cual se dirige Turquía, que en su política exterior ha asumido un gatopardismo funcional a los intereses de la OTAN-Estados Unidos.

Acompaño a mis simpáticos anfitriones a su oficina, un departamento desastrado y diminuto que les sirve como base de operaciones de un medio online, creado en 2012, en el cual denuncian los actos de barbarie y despotismo de Erdogan. Por razones de privacidad y confidencialidad, me pidieron que no cite el nombre del sitio, y que me refiera a ellos como un “grupo de informadores independientes”. El lugar carece de señales identificatorias, cuenta con una puerta blindada y varias claves de seguridad que hacen tedioso el ingreso y egreso de sus osados visitantes. Pasamos una tarde ahí, comiendo pizza, tomando cerveza y fumando en narguile un áspero tabaco turco, aromatizado con jengibre. Abbas se explaya:

-Muchos compañeros nuestros están en diferentes cárceles, y sus casas fueron asaltadas por agentes del gobierno. Acá son implacables: el procedimiento más habitual es que te inventan una causa y te encarcelan. Así amedrentan y se adueñan de nuestras calles, y si no a golpes y a balazos.

Llama por teléfono un amigo sueco de la ONG Stockholm Center for Freedom y nos cuenta que en lo que va de 2018 ya encarcelaron a 245 periodistas, acusados de terrorismo.

Briska habla también orgullosa y expresiva: -Acá bloquearon hasta Wikipedia, que a nosotros nos parece una porquería… Imaginate.

Para chequear la precisión de la información de mis amigos me acerco a la computadora e intento ingresar vanamente a la famosa enciclopedia de Google que ofrece todo tipo de respuestas a la humanidad.

-Si prohíben esta mierda acá están decididamente mal, no quiero saber qué pasa con sitios como el de ustedes… -contesto a mis amigos kurdos.

Tras la ruptura de las conversaciones entre el PKK y el gobierno turco, luego de la proscripción del partido HDP, de tendencia izquierdista y adversario de los alcaldes a dedo puestos por Erdogan, el ejército turco lanzó una ofensiva en todo Bakur que destruyó barrios enteros, provocando la muerte de cientos de milicianos y otros/as habitantes, enterrados en sus propias viviendas tras resistir varios días sin agua, electricidad ni alimentos.

Más de 2.000 docentes e investigadores/as, tanto de la universidad como de enseñanza primaria y secundaria, firmaran un manifiesto titulado “No seremos parte de este crimen”, y para castigarlos Erdogan los acusó de traiciòn, de ser cómplices del PKK y declaró a la prensa: ‘A estos “pseudointelectuales” con doctorado les daremos el mismo trato que a los terroristas que combate nuestro ejército’.

Además de encarcelar a unos cuantos, al resto se los despidió de sus puestos de trabajo y se cancelaron varios proyectos de investigación. Pese a este disparate y al grado de arbitrariedad que ha adquirido el régimen erdoganiano, el pueblo kurdo está dispuesto a darle batalla, cantando, bailando y luchando con el asesoramiento de tropas yanquis e israelíes. Falta mucho para declarar una derrota de los peshmergas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *