Bardo retrasado

Las canciones que hice de la diversión de la tierra

en vagabundeo sin sentido,

y  eufórico con la alegría de mayo

y el éxtasis de Primavera.

Pero todas las canciones que canto hoy

asaltan tediosamente el oído:

son oscuras como noviembre con temor mortuorio.

La mitad de un siglo se ha ido

desde que compuse por primera vez una rima,

y eso es mucho para quedarse en la tolerancia del tiempo.

Esta mano de venas azules con la cual aún

escribo las respuestas a mi voluntad,

aunque haya contabilizado cuatro años anoche,

aún estoy insensible.

«¡Viejo loco senil!» te escuché decir,

“Junto al fuego muriente te acurrucas y juegas con tus dedos rígidos,

tú, cansada lira de hojalata».
Bien, debo intentarlo a pesar de tu paciencia,

que me soporta aún por un rato,

y aunque desprecies mi canto

te agracederé con una sonrisa.

Porque he hallado una diversión que deleita el alma en una simple rima,

desde que primero con un muchacho de feliz corazón intenté que una palabra sonara,

antes de que intentara con la Madre Tierra,

que deje que se eleve de mi corazón

una canción de juventud y alegría estrellada…

luego cierra mis ojos.

 

Robert William Service, trad. HM

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