El plato limpio
Algunos cantantes cantan sobre los ojos de sus damas,
y otros sobre los labios de sus mujeres,
los refinados alaban los modales de las damas,
y los vulgares cantan a sus caderas.
El Libro de Oxford de Verso Inglés
está exultante de líricas tiernas,
un poeta, supongo, está más o menos
preocupado con el género.
Aún yo, si bien la costumbre me llama crudo,
prefiero cantar en honor a la comida.
Comida, sí, comida, cualquier tipo viejo de comida.
El faisán es placentero, por supuesto,
y la tortuga de agua dulce también, es sabrosa,
la langosta la pruebo libremente,
en paté, empanada o en pasta.
Pero no hay nada con la manteca,
y nada con la mermelada,
y mis más cálidos saludos envío al jamón,
el ñame y la almeja.
Porque son comida, todos comida,
y pienso muy afectuosamente en la comida.
A veces estoy melancólico
cuando estoy molesto con rimas,
pienso en comida.
Algunos pintores pintan el már záfiro,
y algunos la tormenta creciente.
Otros retratan jóvenes corderos retozando
pero la mayoría, la forma femenina.
Fue muy trillado en aquel amanecer primitivo,
cuando se inició la pintura,
que una mujer con sus atuendos sea Vida, ¿pero es Arte?
No soy cortejado por ninfas desnudas,
soy más como los pintores que pintaron comida.
Comida, sólo comida, cualquier tipo viejo de comida.
Voy a hurtar un solomillo, mi mascota,
así ganas una devoción increíble,
y espárragos con vinagre,
o cualquier otra cosa que sea comestible.
Trae ensalada o salsa o chuletas,
una baya o incluso una remolacha.
Trae una ostra, un huevo o una manzana,
con tal que sea algo para comer.
Si es comida, es comida, no importa el tipo de comida que sea.
Cuando reflexiono sobre mi mente
consistentemente descubro que está pegada a comida.
Ogden Nash, trad. HM