Adiós ahora, o perdona mi guantelete
Trae la luna para la gentil Janet,
es demasido refinada para este planeta burdo.
Ella usa vestidos y tu usas ropas,
tú compras medias, ella adquiere calzas.
Ella dice que es correcta, y tú dices Sí,
y ella se desviste y tú te desvistes.
Confrontado con un ratón o un alce,
te vuelves verde, ella se pone pálida.
Su discurso es recién inventado, frescamente extraído,
ella tiene una cabeza adelantada, tu tienes una frente.
Ni una serpiente ni un gusano lento se mueven cerca de ella,
tú vas a la cama, ella se retira.
Para Janet los nacimientos son eventos benditos,
y los aromas que hueles ella destila.
Ella se siente repleta cuando su comida es sabrosa.
No en el estómago sino la barriguita.
Si se le pide que muestre un nuevo paso,
tú dices que te gusta aquel, ella dice que le gusta así.
Sus queridos no mueren, pero fallecen,
bajo su aspecto formal hay lencería.
Ella es una fuente de refinamiento, o de familia,
y por eso ella es ahora una condesa.
Ella estaba preguntando por el pequeño cuarto de las chicas
pero ante un lacayo ella dijo la habitación del conde.
Ogden Nash, trad. HM