Me haré un corte mañana

Barbero, barbero, venga y alcánceme;

torrentes de pelo me irritan y me inquetan.

El pelo aparece una y otra vez;

y trepa como la hiedra alrededor de mis oídos.

Pelo a través de los brincos de mi cuello;

sobre mi nuca en su caprichoso y retozón avance.

Siempre en su recorrido me hace cosquillas;
sí, donde esté me hace cosquillas.

Barbero, me gustaría saber por qué no lo he visitado.

Por qué escatimo los diez minutos en su sonriente guarida.
Por qué elijo sofocarme en pelo en lugar de montarme a su silla.
Hombres no más ocupados que yo semanalmente corren a su oficina.

Hombres no más ocupados que yo confrontan el arsenal en su estante;

hombres no más ricos que yo alegremente pagan su modesto honorario.

Y por una fracción de un dólar se quitan la jungla de sus cuellos.

Sólo yo soy tímido y aturdido; solitario, cobardemente blando.

Lanudo como un conejo de angora premiado,
invadido por la flora rastrera.

Barbero, barbero, tiene usted suerte;

ha sonado el timbre, la hora ha golpeado.
La pereza es fuerte, el pelo es fuerte;

no lo soporto más.

Barbero, barbero, aquí vengo;

agite el oloroso ron de la bahía.

Traiga sus tijeras, sus navajas, su traje,

traiga sus crujientes secadores eléctricos.

Emplee una docena de escobas extra;

traiga gigantes cosechadoras y segadoras.

Le advierto una excelente cosecha;

espera para abrumar su negocio.

Barbero, barbero, sea verboso,

sea cualquier cosa pero córteme cerca.
Déjeme rasurado, déjeme rapado,

déjeme sin pelo, como un lagarto;

barbero, barbero, sencillo y escaldado,

barbero, ¿no puede dejarme pelado?

Seré el hombre más feliz, y nunca más pensaré en usted.

 

Ogden Nash, traducido por HM

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *