Canción para ser cantada por el padre de niñas
Mi corazón salta cuando contemplo un arcoiris en el cielo,
al contrario, mi sangre se enfría cuando los niños se van.
A los niños, como tales,
no les tengo un odio especial,
porque de vez en cuando crecen y se hacen hombres,
y cuando lo hacen, se casan.
No importa cómo se retrasen,
eventualmente se casan.
Y, cerdos entre las perlas, se casan con pequeñas.
Oh, en algún lugar un niño juega,
con padres que lo alimentan y visten.
Sus labios están pegajosos de orgullo y alabanza,
pero he comenzado a aborrecerlo.
Sí, lo odio con desvergonzada aversión,
a este niño que para mí no tiene nombre.
Este niño bachiller en su carruaje
nunca piensa en el casamiento,
pero una persona apenas puede decir cuchillo
antes de cazarle una esposa.
Nunca veo a un niño durmiendo al sol,
sin volverse un poco pálido,
¿y pienso que es el único?
Oh, primero el querrá recoger sus rulos,
y luego querrá un pony,
y luego pensará en chicas bonitas
y el sagrado matrimonio.
Un gato sin ratón es él sin una esposa.
Oh, en algún lugar borbotea burbujas de leche
y calladamente chupa sus pulgares.
Sus mejillas son rosas pintadas en seda,
y sus dientes están metidos en sus encías.
Pero compañeros, los dientes comenzarán a crecer,
y las burbujas cesarán de barbotear,
luego de algunos años las rosas se volverán barba.
El venderá un bono o escribirá un libro,
y sus ojos adquirirán esa mirada codiciosa,
y furioso y voraz por la matanza,
orgullosamente pedirá la mano de Jill.
Este niño cuyo centro está aún en pañales
querrá casarse con mi hija Jill.
¡Oh, que su sueño sea dulce y humedezca su centro!
Mis sueños, me temo, son infanticidas.
¡Un higo para el embrión Lohengrins!
Abriré todos sus pasadores de seguridad,
pondré pimienta en su polvo y sal en su botella,
y le daré lecturas de Aristóteles.
Traeré contento arena para su espinaca
y tabasco para su anillo de dentición.
Luego, quizás, él luchará a través del fuego y el agua
para casarse con la hija de otro.