Un tiempo para hablar
Cuando un amigo me llama desde el camino
y su caballo se detiene a un paso menor,
no me mantengo quieto mirando
a las colinas que no he labrado
y grito desde donde estoy, ¿qué es eso?
No, no porque hay un tiempo para hablar.
Lancé mi azada al suelo maduro,
con su hoja hacia arriba y cinco pies de altura,
y avancé con paso pesado,
arriba al muro de piedra por una visita amistosa.
Robert Frost, trad de HM