El hechizo seco

Despertando temprano con la casa cálida

mi abuela sabía qué hacer,

cuidando de no despertar a papá,

cocinaba una tormenta en la oscuridad,

agregando silenciosas especias y salsa caliente para permanecer fresca.

Ella comía después, sola y luego de

reunir a los chicos para que coman sus huevos rojos.

Papá se levantaba tarde, bastante después de que los gallos corearan su nombre,

aclarando su cenicienta garganta,

poniéndose su larga camiseta algodonosa que lo hacía transpirar aún más.

Le gustaba decir que los campos han estado demasiado tiempo sin agua,

lo mismo yo, y cuando me devolvía golpes más pesados que aquellos

de campos sedientos se mostraba más calmo,

perdiendo cada piel de algodón empapada en el piso,

cayendo su lluvia desnuda sobre los brazos de su esposa de barro.

 

de Kevin Young, traducido por HM

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