Después de la cosecha de manzanas
La posición de mi escalera de dos puntas a través del árbol,
aún apunta al cielo.
Y hay un tronco que no rellené a su lado,
y debería haber dos o tres manzanas
que no recogí sobre alguna rama.
Pero ya estoy hecho con la recolección de manzanas ahora.
La esencia del sueño del invierno está en la noche,
la esencia de manzanas en la que estoy dormitando.
No puede sacudir el brillo de mi lugar,
por el cual estoy viendo a través de un cristal de vidrio
que atisbé esta mañana en el canal de agua,
y lo sostuve contra el mundo de pasto viejo.
Se derritió, y dejé que cayera y se rompa.
Pero estaba bien en mi camino
para dormir antes que cayera,
y podría contar qué forma estaba tomando mi sueño.
Manzanas magnificadas aparecen y reaparecen,
en la base del tallo y en el florecimiento,
y cada mancha rojiza mostrándose nítida.
Mi arco interior no sólo conserva el dolor,
mantiene la presión de la escalera alrededor
y así evito escuchar el recipiente del sótano,
aquel sonido retumbante
de la carga sobre carga de manzanas cayendo.
Porque he tenido demasiado de recoger manzanas,
estoy extenuado de la gran cosecha que deseaba.
Había diez mil miles de frutos para tocar,
apreciar en la mano,
levantar, bajar y no dejar caer,
para todas las que golpean la tierra,
no importa si no están magulladas o pinchadas de rastrojos,
seguramente irán a la cosecha de manzanas para sidra,
como sin valor.
Uno puede ver qué incomodorá este sueño mío,
sea lo que fuere el sueño.
Ella no se ha ido,
la marmota podría decir si es como su largo sueño,
como lo describo viniendo,
o sólo algun sueño humano.
Robert Frost, trad. HM